DECISIÓN EQUIVOCADA

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2024-11-30 03:00:00

Que se les aumente el trabajo, para que estén ocupados y no atiendan a palabras mentirosas.


Éxodo 5.9

La cultura religiosa de las personas les impide escuchar la Verdad, por lo que les resulta imposible liberarse. Durante milenios, han sido adoctrinados equivocadamente sobre la fe. Por eso, cuando les hablamos de Jesús, rechazan nuestro mensaje. El diablo hace que resistan y no se conviertan a Dios, de quien han estado separados desde el pecado de Adán en el Edén (2 Corintios 4.3-4). La lucha es buena, ¡pero es dura! (Efesios 6.10-12)

Algunos países adoran a tantos dioses que, si aparece alguien afirmando ser una deidad desconocida, será recibido con alegría. Pero si un predicador habla de Jesús, tendrá problemas con las autoridades. ¿Por qué? Porque Cristo es el Hijo de Dios, que vino al mundo en el momento oportuno para pagar el precio de la redención de la humanidad. Cuando el maligno ve que la gente va a ser liberada, lucha desesperadamente para impedirlo. ¡Pero la Verdad le hace libre!

Cuando Moisés regresó a Egipto -donde había nacido y crecido como hijo de la hija del Faraón- no fue bien recibido. Ciertamente, el Faraón reinante en aquellos días conocía la historia de Moisés, pero lo maltrató a causa del mensaje que traía del Creador del Cielo y de la Tierra: “Deja ir a mi pueblo para que me celebre una fiesta en el desierto.” (Éxodo 5.1). Ellos habían ido allí 250 años antes, cuando José, hijo de Jacob, se convirtió en gobernador de aquel país. Egipto era una de las naciones más grandes del mundo.

Moisés fue educado en esa cultura. Era un hombre culto, pulido y guerrero, pues había sido preparado para ser un Faraón (Hechos 7.20-22). El rey no recibió con agrado el pleito divino a través del que se llamaba Sacado de las Aguas. El pueblo empezó a alborotarse con esta buena noticia, y el Faraón ordenó que les dieran más trabajo a los hebreos, diciendo que así dejarían de escuchar mentiras. ¡Qué atrevido era este pobre gobernante! Pero Dios actuaría.

Antes de enviar a Moisés, Dios lo ungió con poderes sobrenaturales para debilitar al Faraón, de modo que él no tocara a ningún hijo de Israel. El siervo de Dios solo podía hacer lo que el Altísimo determinaba. Lo mismo ocurre con nosotros: necesitamos la guía celestial en cada paso que damos. Solo con la guía divina será posible mostrar quién manda en el mundo natural y espiritual. ¡A Él sea la gloria!

La ira del Faraón era inmensa, porque pensaba que sus dioses eran iguales al Creador y que las palabras de Moisés eran mentiras. Dios fue paciente con él, dándole la verdadera enseñanza, como hace un padre con su hijo rebelde. Sin embargo, el Faraón solo pensaba en el daño que causaría si dejaba que su mano de obra barata abandonara su tierra. ¡El pobre rey sufriría!

Hoy en día, mucha gente piensa exactamente como el potentado egipcio, porque la manera en que alguien ve la verdad depende de la mentira que le han enseñado. El Eterno realizaba maravillas en la tierra de Cam, para que el Faraón viera que solo hay un Dios. Cada plaga que Moisés derramaba sobre las tierras del Nilo probaba que los dioses de Egipto no eran nada. ¡Tenemos que tener paciencia con todos!

 

En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares

La Oración de Hoy

¡Señor Dios! Los egipcios no comprendían que eran más esclavos en su país que los hebreos, que vivían sin patria, aunque eran herederos de todo. Tu siervo les haría ver que solo hay un Dios, Señor de todos y de todo, ¡incluidos ellos y aquella tierra!

La orden era aumentar la carga sobre los israelitas. Pero, así como Jacob no consideró los siete años que se le imponían porque quería casarse con Raquel, ¡el pueblo de Israel quería tomar posesión de Canaán, la Tierra de la Promesa!

Para el Faraón, Tus declaraciones eran mentiras, pero para Tu pueblo, eran la Verdad, e irían de allí a donde Tú habías determinado como su porción. Tu pueblo no temía a Faraón ni a los habitantes de la región prometida, porque con Tu poder, ¡superarían cualquier obstáculo!