David escribió este Salmo sobre el hombre poderoso que prefiere la mentira a la verdad. Su historia puede ejemplificar a muchos que han vivido en este mundo sin respetar a nadie, considerándose «dueños de la verdad». Así ha sido desde la rebelión de Lucifer, que, por creerse grande, se puso en contra de Dios. Hoy, después de que el Hijo de Dios descendiera al Infierno y derrotara al demonio, éste no es más que un tizón apagado (Isaías 14.12-15). Su destino será el lago de fuego y azufre.

Lucifer se gloriaba en su malicia. Se llamó a sí mismo poderoso y afirmó que se elevaría por encima de las estrellas, igualándose, así, al Altísimo. Sin embargo, el plan del maligno fue frustrado cuando el Salvador, en Su muerte, descendió solo al Infierno y enfrentó a Satanás y a sus ángeles. Cristo despojó a los demonios del poder tomado de Adán. A causa de esta autoridad una vez robada, el enemigo nos oprimía, pero fue vencido por Jesús (Colosenses 2.15).

El salmista dijo que el hombre poderoso llegaría a su fin y que la bondad de Dios permanecería continuamente. A lo largo de la historia de la humanidad, han surgido innumerables «poderosos». Ellos vinieron y pasaron. Hoy en día, muchos quieren ser los nuevos líderes mundiales, pero encontrarán el mismo fin que otros que pensaron así. ¡La Verdad triunfará en el Juicio Final!

Estos hombres poderosos, que se fueron y que vendrán, ven a la gente como sirvientes de sus malos deseos. Estos hombres son utilizados por demonios, desprovistos de todo poder ante el Nombre del Señor. Es más, han sido moldeados por seres malignos, teniendo la oportunidad de triunfar en la vida, pero en realidad se han convertido en esclavos de un ser que odia a la humanidad.

El suave discurso de estos individuos era solo una capa para ocultar la verdadera intención del rey de la maldad, el diablo, que está continuamente maquinando el mal. Ven a la gente como un medio para dominar el mundo. Entonces, como cualquier ser humano, demostraron ser comunes, ya que se desmoronaron en el polvo de la tierra como todos los demás. ¿Por qué actuaron así? ¿A cambio del mal que hicieron a tanta gente? ¿Se llevaron lo que saquearon?

Sus lenguas eran como una navaja afilada, juzgando a las personas, condenándolas con la mirada, intercambiando engaños. Estos malvados deberían examinarse a sí mismos en la Palabra y enderezarse con el Señor, porque no habrá una segunda oportunidad después de la muerte. De la manera en que se muere, se queda para siempre. Los que han muerto sin salvación nunca se salvarán, y los que han muerto salvados nunca dejarán de vivir en el Cielo, ¡lugar donde reina la Verdad!

Ame el bien y rechace el mal. Al hacerlo, estará en el mundo de la perfección para siempre. Es maravilloso vivir con el conocimiento de su futuro en el Reino de la santidad. Sin embargo, para aquellos que no han recibido a Cristo como Señor, el futuro será oscuro. Es mejor hablar con rectitud que mentir. Su decisión determinará su futuro. ¡Sea sabio!

En Cristo, con amor,

R. R. Soares