EL FRUTO DE LA MENTIRA

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2024-12-05 03:00:00

Habéis arado impiedad y segasteis iniquidad; comeréis fruto de mentira. Porque confiaste en tu camino y en la multitud de tus valientes.


Oseas 10.13

El Señor está hablando de algo que los israelitas conocían muy bien, porque en el pasado, la gente vivía, por lo general, de la agricultura. En algunos lugares se desarrollaron otras profesiones, pero, aun así, cultivar la tierra era el principal medio de subsistencia. Ellos sabían que, para producir bien, había que arar la tierra y, en algunos casos, rastrillarla. Hoy se hace lo mismo, solo que, con tecnología moderna, utilizando maquinaria adecuada. Luego viene la cosecha.

Los agricultores son expertos en preparar la tierra para la siembra, lo que a menudo se hace a mano, utilizando yuntas de bueyes. Cuando Elías encontró a Eliseo, éste estaba arando la tierra con doce yuntas de bueyes. Esto demuestra que la familia de Eliseo era próspera: Partió de allí Elías y halló a Eliseo hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él iban doce yuntas de bueyes, y él conducía la última. Elías pasó ante él y echó sobre él su manto. (1 Reyes 19.19).

El lenguaje figurado utilizado en el versículo resaltado indica que la fe de los israelitas estaba contaminada por el pecado, al punto que Oseas dijo que habían arado la impiedad, un terreno que no produciría lo que querían. Aquellos que utilizan la impiedad como base para la siembra cosecharán tristeza y decepción. Los que siembran en la Tierra de la Promesa tendrán la ayuda constante del Altísimo (Levítico 26.5; 2 Corintios 9.10). Con tales promesas, ¡nunca se aparte de la mies!

Una mala cosecha se asimila a la perversidad. Ahora bien, hay varios factores que deben observarse para una buena siembra, como la regularidad de la lluvia, el momento adecuado para sembrar y el cuidado de las plantas cuando empiezan a brotar y a desarrollarse. Cada semilla germinará según su especie, no según los deseos del agricultor. La tierra siempre devuelve mucho más de lo que se le dio (Gálatas 6.8). ¡Cuidado con lo que siembre!

El profeta dijo que el error de los israelitas fue confiar en sus propios caminos y no en la revelación de la Palabra de Dios. Quien no viva en la presencia del Señor nunca tendrá una buena cosecha. Nuestros caminos no son los del Altísimo, por eso producen frutos defectuosos (Isaías 55.8-9). Las personas que le dan al Padre celestial el derecho de enseñarles qué, cuándo y cómo hacer, nunca tropezarán cuando oigan malas noticias. Todo lo que el hombre siembre, eso segará (Gálatas 6.7).

Para complicar aún más las cosas, los israelitas confiaban en sus valientes. Ahora bien, un hombre valiente sin Dios vale menos que un muchacho con Él. Mire el ejemplo de David, quien, con fe en el Señor, se enfrentó al gigante. Ningún hombre en Israel era capaz de derrotar al filisteo. Pero un muchacho que creía en el Señor de todo corazón se ofreció y volvió con la victoria (1 Samuel 17.23-54). Así será con cualquiera que crea en lo que Dios habla a su corazón.

Quien no vive en la presencia de Dios comerá el fruto de la mentira, que ni satisface ni produce buenos resultados. Confiar en el propio camino es declarar que no será ayudado; al fin y al cabo, lo que el hombre tiene para ayudar es vano, improductivo, y por tanto nada bueno saldrá de ello (Pedro 3.1-8). Deje que el Espíritu Santo le guíe a través de lo que se ha dicho de usted en el Cielo. ¡Entonces se convertirá en una bendición!

 

 

En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares

La Oración de Hoy

¡Dios, excelente agricultor! Llegaremos a ser buenas personas si aprendemos lo que Tú nos enseñas. Lo que has planeado para que lo vivamos según Tu corazón aparecerá para alegría de todos. Con fe en Ti, tendremos éxito en Tu obra. Tú eres fiel.

Queremos preparar el terreno donde sembraremos Tu buena semilla. Así, la gente también Te seguirá y verá que la cosecha será de 30, 60 y 100 por uno. No cosecharemos con perversidad, ¡sino con la mano llena de amor!

Rechazamos la idea de que comeremos el fruto de la mentira, pero nos alimentaremos diariamente con el fruto de la verdad, porque confiamos en Tu Camino, abierto por Tus pasos y por lo que Tú has declarado sobre nosotros. Sí, ¡seremos según Tu corazón, Padre amado!