ELLAS HAN PROFANADO AL SEÑOR

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2024-12-04 03:00:00

¿Y habéis de profanarme en medio de mi pueblo por unos puñados de cebada y unos pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?”


Ezequiel 13.19

En este versículo, Dios utiliza al joven profeta Ezequiel, que fue llevado a Babilonia cuando Nabucodonosor tomó Jerusalén (2 Reyes 24.10-14). El Señor se sintió traicionado por las profetisas, que participaron en delitos de sangre. Se ganaban la vida injustamente, ganando dinero con sus transgresiones. Al atribuir a Dios la autoría de sus pecados, diciendo que actuaban y hablaban en Su nombre, lo deshonraban (Ezequiel 13.17). Por lo que hemos visto, la audacia de muchas personas llega a este nivel, porque sus mentiras no tienen límites.

Este texto bíblico muestra cómo ciertos individuos practicaban el mal, culpando al Señor de los daños causados a los que intentaban vivir en la tierra. Ante esto, Dios se dirigió a los profetas y profetisas, que a menudo se involucraban en prácticas ilícitas y hacían lo que querían para destruir a los demás. Recordemos que toda la humanidad se presentará al Juicio, donde dará cuenta de sus actos (Apocalipsis 20.11-15).

Para conseguir un puñado de comida, el pueblo de Judá no se contuvo e incluso profanó al Señor. Lamentablemente, los que hacen esto demuestran falta de temor a Dios. Ignoran el hecho de que, cuando estén ante el Altísimo, tendrán que explicar sus prácticas engañosas (2 Corintios 5.10). Ahora, muchas personas no saben la diferencia entre el bien y el mal, pero esas profetisas sabían que estaban profanando al Señor. ¿Qué será de los perdidos?

La maldad de las profetisas iba mucho más allá del dinero y la comida que arrebataban a sus víctimas: las llevaban a perderse eternamente. Semejante crueldad no quedaría impune. Aquellos incautos estaban en el camino de la salvación, algo que sucedería con la muerte de Cristo en el Calvario, cuando Él quitaría los pecados de todos (Isaías 53.4-6). Sin embargo, debido a su maldad, se adentraron más en el error. ¡Tenga cuidado de no hacer que alguien se pierda! (S. Lucas 17.1-2).

El engaño fue total, ya que a las personas que no merecían vivir se les enseñaba que nada les impediría la felicidad eterna. Incluso hoy en día, este tipo de orientación es arriesgada y Satanás se ha aprovechado de ella para hacer su obra destructiva. El diablo llevó a las profetisas a hacer algo peligroso: garantizar la vida a almas que no iban a vivir. Cualquier error conduce al resultado que acabamos de ver. ¿Por qué algunas personas se dejan llevar por el maligno? Pues bien, ¡Dios habla a través de Su Palabra!

Desafortunadamente, muchas personas saben que van a la perdición eterna. A pesar de ello, intentan engañar al Señor y a sí mismos inventando que, por la misericordia divina, se librarán del lago de fuego. El peor pecado es el que se comete conscientemente. Las Escrituras afirman que quien no haya nacido de nuevo y no persevere en la doctrina del Señor se dirigirá a la condenación, y no habrá una segunda oportunidad (Hebreos 10.26-31). ¿Por qué alguien se rinde ante el diablo?

Hay que enseñar a la gente a no escuchar mentiras, y esto es fácil de hacer. Cuando se predica la Palabra, nos sentimos bien, pero cuando se difunde el engaño, no tenemos el testimonio del Cielo de que éste es el camino por el que debemos andar (S. Juan 14.6). ¡Quien escucha mentiras se perderá!

 

En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares

La Oración de Hoy

¡Oh Dios! Tú eres la Verdad, así que cuando ministramos Tu Palabra, es imposible que alguien se equivoque, porque muestra el Camino. Ahora bien, los que predican y viven una mentira no convencerán a nadie, ¡porque carecen del testimonio del Espíritu Santo!

Jesús dijo que vendría a enseñarnos toda la Verdad. Por eso, cuando oímos hablar de Ti, nuestro corazón se alegra y conocemos el origen del mensaje. Desafortunadamente, muchos quieren seguir en pecado, ¡sin importarles lo que oyen o si tienen Tu garantía!

Te agradecemos por amarnos y confirmar Tu revelación en nuestros corazones. Así, no hay error en Tu obra. Esto nos lleva a seguir adelante y perseverar en seguirte. De esta manera, ¡estamos seguros de que habitaremos en el Reino de la Luz!