Quien es de Dios ha recibido el poder para resolver cualquier situación. Si busca al Señor en oración y clama por ayuda, la respuesta sin duda llegará. Él lo invita y le dice cómo debe proceder, diciendo: Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33.3). Una vez que esté seguro de que no está en pecado, acuda a Dios.

Como Todopoderoso, el Señor suple cualquiera de sus necesidades. Ahora bien, si no lo busca, ¿cómo va a guiarlo? Hay cristianos que parecen enemigos del Altísimo y después no entienden por qué ya no son escuchados. Es bueno prepararse para vencer con Dios; de lo contrario, la victoria será imposible. Recuerde: el que pide, recibe (S. Lucas 11.10).

Antes de cerrar un trato que está más allá de su capacidad, ore por la guía de Dios, y sin duda Él le ayudará. Ya estamos reconectados con el Señor a través de la obra realizada por Cristo en Su muerte. Él sufrió para que el hombre no sufriera, soportando los sufrimientos, incluso las transgresiones y los pecados (Isaías 53.1-6). ¡Vale la pena tener comunión con el Altísimo!

Cuando regala algo a alguien, al principio recibe una sonrisa y luego le abren la puerta de su corazón. Imagine lo agradecido que estará si se presenta a sus amigos y les dices: «Mira, si necesitas mis oraciones, estoy aquí para ayudarte». Al hacer esto, alguien le pedirá que ore por él. Cuando reciba la respuesta, habrá ganado un amigo. ¡El camino ya se ha abierto!

Mientras no dedique su tiempo, su contacto con Dios, a las personas, usted caminará solo, pensando que es demasiado pequeño para que el Señor le atienda. Sin embargo, a medida que tome su lugar en Cristo y ministre la bendición, su camino se abrirá y será respetado como un verdadero siervo del Altísimo. Nunca se deje engañar por las palabras del hombre. Abra su camino clamando por su prójimo. ¡Todos lo amarán!

David envió regalos a las personas que le ayudaron. Las que fueron recordadas nunca lo olvidaron. La Palabra narra: Cuando David llegó a Siclag, envió parte del botín a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: «Aquí tenéis un presente para vosotros del botín tomado a los enemigos de Jehová.» (1 Samuel 30.26). Así lo hizo, y abrió su camino delante de aquellos a quienes había enviado regalos (1 Samuel 30.27-31).

Jesús nos enseñó a amar para ser amados, sin importar a quién. Incluso la persona que hoy le odia, mañana podrá ayudarle, orar por usted y amarle. Las Escrituras declaran: Reparte, da a los pobres; su justicia permanece para siempre; su poder será exaltado con gloria. (Salmo 112.9). Su amor le llevará a la presencia de los grandes.

En Cristo, con amor,

R. R. Soares