La pérdida del cristiano es no examinar cuidadosamente las Escrituras concernientes a su posición en el Reino de Dios. Aun sabiendo que el Evangelio es la Buena Nueva para quienes aceptan a Jesús como Salvador y Señor -y, por tanto, nacen de nuevo-, muchos no prestan la menor atención a la Palabra a este respecto. Uno de nuestros derechos en la fe en Cristo es tener acceso al Padre en un mismo Espíritu, el mismo canal utilizado por Su Hijo.

Piense conmigo: ¿cuántas bendiciones nos perdemos por no revisar la Palabra? El Maestro ordenó: «Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí.» (S. Juan 5.39). Del mismo modo que Él se reconoció en lo que estaba escrito, nosotros descubriremos quiénes somos en el Señor y qué podemos tener de Él. Debemos actuar según esta verdad para mejorar nuestra comunión con la gente.

Responda honestamente: ¿se ha dado cuenta de lo grande que es esta revelación? ¿Cómo procederá a partir de ahora? No hay razón para vivir alejado del Señor, frustrado e incluso disgustado por no obtener respuesta a sus peticiones. Los hijos de Dios tienen que demostrar cada día quiénes son y lo que pueden hacer, de lo contrario nunca podrán disfrutar de la vida que Jesús ofrece.

Cuando comprendemos esto, llegamos a lo mejor de la fe en Cristo, porque también haremos las obras que Él ha hecho. ¡Eso es lo que importa! Dando a Dios la verdadera alabanza por su maravillosa salvación, obedecemos Sus instrucciones. Así es como Él quiere que actuemos. Hacer que el Padre sea glorificado en el Hijo es la mejor alabanza que podemos hacerle (S. Juan 14.13). ¡Despierte para vivir en victoria!

Podemos utilizar continuamente el mismo acceso que el Salvador y nunca seremos sorprendidos ni estaremos a merced de la suerte. La fe concedida por Cristo es nuestra suerte. Con ella, acudiremos al Padre para resolver cualquier problema y volveremos con la respuesta. Los pastores necesitan este acceso siempre que estén en el púlpito; entonces serán verdaderamente ministros de la bondad del Señor.

El acceso al Padre está abierto a quienes se han convertido en nuevas criaturas, porque es imposible que Dios nos haya excluido. Al fin y al cabo, los dones divinos nunca se anulan, como dice la Palabra: «Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.» (Romanos 11.29). Por eso un cristiano nunca se despertará con un mensaje del Cielo que diga que el Señor lo ha pensado mejor y ha decidido cancelar algunas palabras de la Biblia. ¡Él permanece fiel!

La historia de que hay que reescribir la Santa Biblia es un mensaje de Satanás. Aunque los Cielos y la Tierra pasen, lo que Él ha dicho permanecerá para siempre (S. Lucas 21.33). Nunca hay ni habrá una actualización de las Escrituras, porque son exactamente lo que Dios planeó incluso antes de comenzar la creación. ¡Pobres de esos mentirosos! ¡Necesitan volverse al Señor rápidamente si no quieren perecer!

        En Cristo, con amor,

R. R. Soares