Los versículos anteriores hablan de las actitudes que debemos adoptar para evitar caer en la comodidad o el letargo espiritual. Cuando no seguimos la guía de Dios, no recibimos Sus bendiciones. El Señor es verdaderamente el Padre de quienes aceptan a Su Hijo como Salvador, pero sin fe, es imposible agradarle, abrir la puerta para que realice todo lo que desea para nosotros (Hebreos 11.6). Sin fe, nos volvemos impotentes en nuestras oraciones.

¿Qué es la fe? La Biblia responde: «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.» (Hebreos 11.1). Se la adquiere de la siguiente manera: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.» (Romanos 10.17). Al seguir las reglas de la Biblia, tendremos éxito en nuestro clamor y en nuestra reprensión ante cualquier anormalidad: enfermedad, pobreza y otras confusiones que nos afecten.

Consideremos la declaración del Señor: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan» (Hebreos 11.6). Observamos tres aspectos: 1) sin fe es imposible agradar a Dios; 2) quien se acerca al Señor para recibir alguna bendición debe creer en su existencia, que es la Verdad absoluta; y 3) Él mismo recompensa a quienes actúan conforme a las Escrituras.

Cuando escuchamos el Evangelio por primera vez, despertamos a la Verdad y al camino de bendición de Dios. Por lo tanto, podemos y debemos actuar conforme a Su Palabra infalible. Al seguir las recomendaciones que preceden al versículo que estamos estudiando ahora, estaremos en la justicia ante el Altísimo. Seamos inquebrantables en la fe en Cristo, porque la victoria es nuestra.

Mire que Dios promete expulsar a los enemigos de quienes obedecen. Por lo tanto, esfuércese por seguir los mandamientos del amado Señor, y entonces verdaderamente se convertirá en lo que Él ya ha prometido a Su pueblo. Debe caminar con la cabeza en alto, bajo la protección del Altísimo, sin retroceder en absoluto. Crea y sea quien disfrute de las innumerables y maravillosas bendiciones de Dios aquí en la Tierra, sabiendo que en el Cielo serán mucho mayores.

Todo lo que Dios dice se cumplirá; sin embargo, debemos hacer nuestra parte, y Él cumplirá lo que ha prometido (S. Marcos 6.5-6). Abra su corazón al Señor, ore y confiese los pecados cometidos en pensamientos, palabras y obras, consciente o inconscientemente. Un corazón que no se somete al Padre es responsable de la rebelión. Somos un grupo de personas iguales, por lo que no podemos permitir que el diablo nos separe del amor de Cristo.

¿Por qué ser responsable de cualquier acto malo contra su propia vida, su familia o sus hermanos, quienes, al ver su mala actitud, también serán guiados por el diablo? Huya de todo lo que le separa de Dios. Yo reconozco que todo lo puedes y que no hay pensamiento que te sea oculto. (Job 42.2). Usted es importante a los ojos de Dios.

En Cristo, con amor,

        R. R. Soares