¿Qué lazo le espera a la persona que deja que su corazón se engríe ante los demás, pensando que su actitud le hará feliz? No es posible tener este sentimiento y tener éxito en el Día Final, cuando Cristo venga a llevarnos a Su Reino eterno de amor. No se engañe jamás ni crea que es mejor que los demás. Solo hay uno superior a todos: Jesús, que murió en la cruz para darnos vida abundante (S. Juan 10.10). ¿Por qué no vivir al lado del Creador?

El hombre se deja engañar fácilmente por todo lo malo. Considerándose por encima de los que le rodean, vive sin preocuparse por el prójimo ni por la naturaleza, e incluso piensa que no tiene ninguna obligación con las autoridades. Ahora bien, Dios no hizo al hombre para aislarse de las cosas buenas, sino para colaborar con todos a fin de experimentar también la felicidad. ¡No hay mejor virtud que hacer el bien!

Cuando se sienta seguro, pensando que el maligno no puede hacerle daño sin la protección de Dios, o pensando que no necesita al Señor, de un paso atrás, ore y pida perdón. De lo contrario, estará a un milímetro de caer en el abismo. Creer en el Altísimo y vivir su fe en Él son las mejores actitudes que uno puede tener. Dentro del Reino de la Fe, el maligno nunca podrá alcanzarle, pero fuera de él, sí (1 Juan 5.18).

Sentirse el único, sin depender de Dios, es la peor decisión que alguien puede tomar en la vida. El enemigo siempre le tendrá en sus garras. Por mucho que una persona se niegue a caminar con Dios, ve Su firma en todo: Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa. (Romanos 1.20).

Nunca se permita vivir lejos del Padre, como si pudiera esconderse de Él. ¿Por qué la mente del hombre llega a este punto? En cuanto a mí, siempre he pensado: «Si Dios existe, quiero conocerlo y mantenerme en contacto con Él». Llevo haciéndolo desde que era un niño, y lo que más me encanta es que todo lo que hay en las Escrituras está a nuestro alcance. Por eso alabo al Señor, ¡porque me ha utilizado para realizar las maravillas más difíciles!

Cuando se sienta superior o abandonado, busque a Dios en Su Palabra. Agarre la Biblia, lea un Salmo o un capítulo de los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas o Juan. Hágalo con el corazón abierto y, en poco tiempo, sentirá que algo capta su atención y, en su interior, se producirá un pequeño cambio. Aproveche la oportunidad de conocer a su Creador y Padre (S. Juan 17.3). La predicación de que Dios no existe ha perjudicado a muchas personas.

Cuando quieran celebrarle por algo que usted es o ha hecho, huya. Las Escrituras dicen que a la honra precede la humildad (Proverbios 15.33). No sea altivo ni deje que el diablo tome el control de su vida. No importa lo fuerte, inteligente o sano que sea, rechace las mentiras del maligno. ¡Huir de la ostentación es ser sabio!

En Cristo, con amor,

R. R. Soares