CUMPLA SU PALABRA

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2025-07-14 03:00:00
También tienes contigo a Simei hijo de Gera hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Pero él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová diciendo: “No te mataré a espada.”
1 Reyes 2.8
Mientras huía de su hijo Absalón, David fue maldecido por Simei, hijo de Gera, de la tribu de Benjamín, que arrojó piedras contra el rey (2 Samuel 16.5-6). David no se detuvo a matarlo, pero él siguió arrojando piedras hasta que no pudo más contra el ungido de Dios. Más tarde, cuando se dio cuenta de que el rey tenía razón y Absalón estaba equivocado, Simei fue a ver a David y se presentó ante él, pidiéndole perdón. David demostró entonces que era el hombre conforme al corazón de Dios (2 Samuel 19.16-23).
Ahora, cuando ordenó a Salomón que pusiera a los hijos de Barzilai a su mesa, David no se olvidó de Simei ni de las piedras que le había tirado, sino que guardó el perdón que le había concedido, enseñando a Salomón que la palabra dada debe cumplirse, para que la persona que ha confiado en nosotros nunca se sienta defraudada. La imagen más hermosa es ver a alguien que ha hecho algo contra nosotros arrepentirse, confesar su error y pedirnos perdón. ¡Dios actúa!
Simei había fracasado cruelmente. No debió haberle arrojado piedras al rey. David ya no era un niño y podía defenderse, pero no lo hizo. Simplemente no se merecía ese trato de alguien que no conocía las razones de su hijo para perseguirlo y querer tomar el reino por la fuerza. Sin embargo, el Señor fue misericordioso con Simei, le hizo darse cuenta de su error y le dio el valor para buscar a la parte ofendida y pedirle perdón, ¡y lo logró!
Hay cristianos que juegan con fuego. Saben que han pecado y necesitan confesar su iniquidad, pero no hacen lo correcto. Jesús nos instruyó a perdonar a la persona genuinamente arrepentida: «¡Mirad por vosotros mismos! Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo.» (S. Lucas 17.3). Hay quien cree que un «pequeño pecado» no requiere arrepentimiento, pero eso no es cierto.
Algunos dicen que los fanáticos quieren que todo sea perfecto, olvidando que así lo enseña la Palabra del Señor, no el hombre. Muchos se desesperarán con el regreso de Jesús porque han decidido añadir sus propios pensamientos a la santa doctrina, pero eso no es lo que dijo Cristo. Por ejemplo, muchos lucharon por ser bautizados en el Espíritu Santo, pero hoy ya no hablan en lenguas ni se consagran a Dios. ¿Qué podemos decir?
Pues que si a alguien no le importa la vida eterna y las condiciones para entrar en el Reino de los Cielos, que se prepare, porque a muchos se les prohibirá entrar en él. Jesús habló de diez vírgenes que estaban preparadas para contraer matrimonio (S. Mateo 25.1-13). No había pecado en ellas, pero a cinco de ellas no les quedaba aceite en sus lámparas. Entonces, mientras salieron para buscar, llegó el novio, y se quedaron fuera de la boda. ¿Qué ocurrió?
Cinco de ellas fueron imprudentes y perdieron el aceite que iluminaría el camino. Como resultado, se les impidió entrar en las bodas eternas con el Salvador. Jesús declaró: «Mirad, velad y orad, porque no sabéis cuándo será el tiempo.» (S. Marcos 13.33). ¿Cuál será su decisión?
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Señor de las condiciones necesarias! En Tu Reino, nada sucede por casualidad. Para los prudentes, la puerta estará siempre abierta, pero para los que solo están convencidos y carecen de esta condición especial, la entrada estará cerrada. ¡Misericordia, Padre!
Debemos caminar por todas partes, vestidos con la armadura que nos has preparado. De lo contrario, no estaremos preparados para siempre. En Ti hay mucho más de lo que pensamos o pedimos; solo necesitamos obedecerte en todo.
Tenemos que ser personas de palabra. Si perdonamos a alguien, queda perdonado, y nada más se le reclamará. Ahora bien, si la persona se arrepiente y confiesa sus errores, pero no la perdonamos, no seremos perdonados por Ti. ¡Ayúdanos, Padre!