DÍA DE LA CONVOCATORIA AL JUICIO

COMPARTILHE

2025-12-22 03:00:00

Mi mano fundó también la tierra; mi mano derecha midió los cielos con el palmo. Al llamarlos yo, comparecieron juntos.


Isaías 48.13

La casa de Jacob recibió la advertencia de obedecer al Señor, pero hicieron lo mismo que sus antepasados, abusando de las advertencias divinas hasta que vieron las consecuencias de su mala decisión. Los hijos de Israel rechazaron a Jesús, el Hijo de Dios que había hecho un pacto con sus antepasados, el único con el poder de darles salvación (S. Juan 1.11). Así, emprendieron un camino de sufrimiento que continúa hasta nuestros días. Si hubieran aceptado a Cristo, la historia de la humanidad habría sido diferente.

Sus antepasados ​​vivieron 40 años en el desierto porque no subieron inmediatamente al monte de los amorreos, como el Señor les ordenó, para tomar posesión de Canaán. Solicitaron el envío de espías para verificar que la tierra fuera como Dios había prometido (Deuteronomio 1.20-25). ¡Qué insensatez! Por eso, permanecieron en ese lugar inhóspito hasta que los espías malos y quienes les creyeron murieron. ¡Qué triste!

Dios llama al mismo pueblo, que solo había cambiado de nombre, pero no de corazón. Recordemos el cambio que el Señor obró en Esaú cuando se adelantó para matar a su hermano Jacob. Sin embargo, al verlo, Esaú se conmovió y corrió a demostrar su alegría por volver a verlo. Esaú habría visto la transformación de Jacob desde que su nombre fue cambiado a Israel, un hombre que lucha con Dios y prevalece (Génesis 32.28). Más adelante, vemos que los hijos de Jacob no cambiaron, pues actuaron mal en el caso del abuso de Dina (Génesis 34).

El Señor se declara igual, diciendo que Él es el primero y el último (Isaías 48.12). Ningún otro ser puede ser llamado Dios, porque todo proviene de Él y lleva Su sello. Fuera del Altísimo, todo es engaño, y el futuro de quienes no le son fieles será el tormento eterno. Nunca se dejen engañar por nada contrario a las Sagradas Escrituras. Las mentiras provienen del diablo, que solo conoce el mal. ¡Velen y oren!

Quienes no escuchan al Padre celestial nunca tomarán decisiones sabias capaces de ayudarse a sí mismos y a los demás. Vivir lejos de Dios significa estar cerca de los problemas, el dolor y tanto sufrimiento que destruye a las personas. La mejor ayuda que podemos brindar a alguien atacado por el diablo es proclamar las promesas del Dios verdadero. ¡Solo en Cristo podemos ser felices!

Entre los miles de millones de estrellas que se encuentran en las galaxias, nunca se ha encontrado un planeta como la Tierra, pues Dios la fundó para ser el centro del Universo. El Todopoderoso puede contar y nombrar todas las estrellas, y ninguna falta. Advirtió que un día regresaría para el ajuste de cuentas. Esto debería hacer que la gente lo respete, pero desafortunadamente, muchos dejarán de seguir la Palabra y guardarán silencio, condenándose para siempre. ¡Prepárense para ese día!

Observen la habilidad del Creador cuando dice que Su mano fundó la Tierra. ¡Qué mano tan poderosa, hasta el punto de haberlo hecho en un abrir y cerrar de ojos! Dios también midió los cielos con un palmo. Finalmente, declara que todos compareceremos ante Su trono en el juicio eterno, y lo haremos juntos. ¡Prepárense para no quedarse sin palabras ante el Todopoderoso!

 

En Cristo, con amor,

 

        R. R. Soares


La Oración de Hoy

    ¡Señor, Juez de la eternidad! Necesitamos Tu compasión y ayuda para cambiar y ser aceptados en Tu Reino de amor y paz. De lo contrario, seremos condenados y arrojados al fuego que arderá para siempre. ¡Ten piedad, Dios!

     ¿Cuál es el tamaño de Tu mano, pues has fundado la Tierra? Obras en cada célula de nuestro cuerpo. Sostienes el Universo en la palma de Tu mano y tienes el poder de acariciarnos y hablarnos con tanta dulzura que nos derretimos al escuchar Tu voz.

     Te damos gracias por enviar a Jesús, Tu Hijo amado, a quien debemos escuchar. ¡Por esto, Te pedimos ayuda! Después de todo, ¿quién puede estar ante Ti? ¡Tú también eres amor, la Fuente de vida cuyo poder nos restaura!