El apóstol Pablo se regocijaba con el orden y la firmeza de la fe en Cristo demostrados en las obras de los colosenses. Esto le impresionó tanto que, por orden del Cielo, lo hizo constar en la carta dirigida a aquellos hermanos. Muchos salvados de todo el mundo se han esforzado por seguir su ejemplo. Quien no entienda o no imite estas decisiones está en falta con Dios. Él quiere ver a Su pueblo actuando como aquellos cristianos.

Muchos hechos pueden parecer pequeños, o solo un capricho de los siervos de los días bíblicos, pero fueron escritos por orden del Espíritu Santo, que es el verdadero Autor del Libro Sagrado. Sabemos que estos hechos se mencionaron para darnos una mayor idea de lo que Dios quiere que Su pueblo sepa y practique. La Biblia contiene todo lo que debemos aprender y mejorar para ser útiles en la mies del Señor (2 Timoteo 3.15-16).

Los extranjeros que se convertían eran practicantes de religiones paganas, por lo que necesitaban aprender a comportarse dignamente ante Dios, sin escándalo. Los que no habían sido enseñados a seguir las huellas del Maestro se inclinarían sin duda a creer en herejías. Entonces, sin conocer la manera correcta de servir al Señor, aceptarían mentiras y pecarían muchas veces. ¡Debemos enseñar el camino de Sión!

Hoy, el mismo peligro rodea a los que se consideran ilustrados. Con el avance de la ciencia, y también del pecado, hay dos grandes enemigos. El primero es el coraje de los ilustrados, que se creen superiores a los hombres y al Creador y niegan la existencia de Dios, usando argumentos insostenibles. Aun así, persisten en decir que creer en el Señor es unirse a los ignorantes. ¡Pobres doctores!

El segundo es el culto a la carne, en el que el sexo es el centro de atención. Su importancia es innegable, porque sin él nadie habría nacido. Sin embargo, esto no significa imaginar y entregarse a prácticas condenadas por la Biblia. De hecho, tales comportamientos luchan contra la vida. Enseñar esto a alguien es reducirle a esclavo de algo que debe hacerse por amor.

Volviendo a la firmeza de la fe en Cristo, es importante subrayar que, sin ella, quedamos devaluados y reducidos a individuos que se venden para sobrevivir. Deshonran la fe, que podría ser la fuerza de los sentimientos santos. No hay imagen más triste que ver a muchas personas reducir el acto que las creó y les da alegría a una costumbre repugnante e incontrolada.

Es bueno ver que personas que antes vivían en la perdición de la moral y del honor aceptan a Jesús y se convierten en verdaderos ejemplos de santidad y felicidad. La obra divina necesita servidores enraizados en las enseñanzas de Cristo. Fuera de Su doctrina, todo lo que existe son las acciones y reacciones del reino de las tinieblas en la vida de sus súbditos.

        En Cristo, con amor,

R. R. Soares