EL ANUNCIO ESPERADO

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2025-09-11 03:00:00

¡Voz de alboroto de la ciudad, voz del Templo, voz de Jehová que da el pago a sus enemigos!


Isaías 66.6

Desde la caída de Adán, la humanidad ha estado esperando la voz del Todopoderoso, que anunciaría el fin de las acciones del diablo y el comienzo de la restauración de la comunión de la humanidad con el Señor. Quienes estuvieron al pie de la cruz, viendo a Jesús sangrar con todos nuestros dolores, enfermedades y transgresiones (Isaías 53.4-6), escucharon la voz del templo de Dios que provenía de la cruz, diciendo: «Consumado es» (S. Juan 19.30).

Ese día sería un punto de inflexión, pues el pecado de Adán —comer el fruto prohibido— ya no le daba al diablo el poder de oprimirnos. La sangre del segundo Adán, el Hijo de Dios, fue derramada para nuestra justificación (Romanos 5.15-21). Quien entienda que esto se hizo para su salvación y reciba a Jesús como Salvador y Señor será libre, recreado en Cristo y ya no morirá espiritualmente (S. Juan 5.24). ¡La voz del templo tiene el poder de engendrarnos de nuevo en Jesús!

Los fieles siervos del Altísimo comenzaron a comprender que había llegado el momento de edificar la Iglesia del Señor. Siendo este un asunto de suma importancia, ya que los salvos serán reunidos para experimentar la nueva realidad de la humanidad, esto produce un tremendo rumor proveniente de la ciudad del gran Rey, la Nueva Jerusalén. Hoy se ha visto que las puertas del Infierno no pueden resistir el avance de la Iglesia de Cristo (S. Mateo 16.18). Él la inició en Pentecostés, con el descenso del Espíritu Santo, y crece día a día (Hechos 16.5).

El diablo ya no soporta oír hablar de la formación de la Iglesia de Dios, que acoge a todo tipo de pecadores y los hace santos en quienes el maligno no puede encontrar ninguna falla (Romanos 8.1; 2 Corintios 5.17). Después de todo, los salvos han sido hechos miembros del Cuerpo de Cristo, lo que le costó al Señor el precio más alto jamás exigido: la sangre de Jesús, nuestro Salvador. ¡Debemos alegrarnos de ser parte de esta obra incomparable!

La voz comenzó en el templo de Dios, cuando el Padre decidió dar a Su Hijo único para que viniera al mundo como hombre. Para ello, el Mesías tendría que despojarse de las prerrogativas que lo hacían Dios con el Padre y, por lo tanto, también Todopoderoso (Filipenses 2.5-11). El Salvador sabía que vendría a la tierra para morir en lugar de cada pecador, desde el que tenía pocas faltas hasta el peor criminal del mundo. Estamos inmensamente agradecidos de que nos lo haya dado todo.

Uno de los aspectos más conmovedores de esta revelación es que Jesús vino a sufrir por todos nuestros pecados, hasta que el diablo perdió todo el poder sobre nosotros. Los demonios hicieron todo lo posible por mantener esta “puerta”, pero no pudieron detener el sacrificio de Jesús para liberarnos. Hoy, nada nos ata al diablo, así que ya no puede tocarnos (1 S. Juan 5.18). Somos eternamente libres de las malas intenciones del príncipe de las tinieblas. ¡Crea!

Ahora es el momento de que Jesús pague a Sus enemigos, nuestros adversarios, porque, aunque lo intenten por todos los medios, nunca podrán alcanzarnos. Somos los redimidos y liberados del Cordero. Cristo se deleita en llamarnos Sus hermanos, porque Su voluntad se está haciendo en nosotros. ¡No deje que el maligno le oprima, porque su libertad es real!

 

En Cristo, con amor,

 

     R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Dios, nuestra Puerta de escape! El diablo ya no puede controlarnos, porque con la sangre de Jesús nos compraste para Ti. Ahora estamos en Tus manos, así que nunca seremos los conejillos de indias del adversario. ¡Hemos sido liberados!

Te damos gracias por darnos a Tu Hijo Unigénito, quien nos sacó de las tinieblas y nos transportó a Tu Reino de amor y justicia. Ya no tenemos que sufrir las mentiras de Satanás, sino vivir en Tu bondad y amor. ¡Somos parte de Tu Cuerpo!

Tu voz se escuchó cuando los ángeles anunciaron el nacimiento de Jesús, diciendo que Él salvaría a Tu pueblo. Todas las promesas bíblicas se cumplen en Cristo, y has derribado a los poderosos y exaltado a los humildes. ¡Has vencido a Tus enemigos!