EL BENEFICIO DE LA OBEDIENCIA

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2025-08-11 03:00:00

Jehová había dicho a Abram: «Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.


Génesis 12.1

Cuando habló con Abram -que más tarde se llamaría Abraham-, el Señor le dio una orden muy clara y luego habló de la recompensa que recibiría Su siervo si le hacía caso. Los que siempre están dispuestos a obedecer a Dios descubren que han recibido mucho más de lo que pedían o entendían. Las palabras del Creador son imperativas. Él sabe lo que somos y lo que podemos hacer, por lo que siempre debemos prestar atención a Su voz.

A Abraham se le encomendó alejarse de su tierra y de las costumbres que su pueblo practicaba y creía perfectas y buenas. Ciertamente, sus conocidos y los que sabían de su existencia no podían entender cómo un hombre próspero lo abandonaba todo y se iba a un lugar desconocido. No sabemos nada de la fe de Abraham en el Señor ni de lo que entendía sobre el Creador del Cielo y de la Tierra. Todo indicaba que no aceptaba la idolatría en Ur.

Hoy es posible que los cristianos vivan incluso en ciudades donde la minoría, o casi nadie, conoce el Evangelio. Incluso un recién convertido puede tener una Biblia y aprender a caminar en la presencia de Dios. En tiempos de Abraham, prevalecía la idolatría, mezclada con la brujería. No sabemos si fue por eso que se le dijo al patriarca que abandonara su país. Hoy en día, hay siervos de Dios prácticamente en todas partes del mundo.

Abraham debía salir de entre sus parientes, porque su misión se cumpliría muy lejos de allí. Siguió las instrucciones de Dios y, despidiéndose de todos, reunió a su joven esposa, a un sobrino que estaba criando y a su padre, así como a los siervos que tenía, y partió. Abraham no pensó adónde iría ni con quién se encontraría. ¡Él actuó por fe en el Todopoderoso!

Probablemente algunos de sus parientes le aconsejaron que no saliera, porque es un mundo malo y su decisión podría haber sido precipitada. Pero él no quiso escuchar a nadie, porque estaba seguro de que Dios le había llamado. Cuando estamos convencidos de que se nos ha dado una bendición, también tenemos que confesarlo con fe, sin vacilar. La Biblia nos enseña:  Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. (Hebreos 10.23).

Abraham tuvo que dejar la casa de su padre, pero no a su progenitor. Este lo acompañó a Harán, que aún no era su destino final, y allí murió. El patriarca tenía 75 años cuando dejó Harán y siguió la dirección del Cielo. En su fe, oyó que Dios le decía: «Levántate y recorre la tierra a lo largo y a lo ancho, porque a ti te la daré.» (Génesis 13.17). ¡Caminar por la fe es gratificante!

La jornada llegaba a su fin. Abraham solo tendría que caminar a lo largo y ancho de la tierra, porque el lugar donde pusiera el pie sería suyo. Un día oiremos a Jesús decirnos: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. (S. Mateo 25.34).

 

En Cristo, con amor,

 

    R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Dios de la recompensa gloriosa! Estar bajo Tu guía nos hace un poco nómadas, pero lo que importa llegará ese Día en el que Te oiremos decir que vamos a poseer el Reino preparado desde la fundación del mundo. ¡Qué maravillosa recompensa!

A menudo hemos sido incomprendidos e incluso amenazados por autoridades pagadas para alejarnos de Ti. Sin embargo, decididos a afrontar la muerte si es necesario, caminamos con la cabeza bien alta, seguimos haciendo la obra, y Tú nos has dado la victoria sobre el mal.

Hoy, al ver que nuestro país cae a Tus pies y que la semilla divina se siembra en todas las naciones, nuestros corazones se regocijan. Sabemos hasta dónde llega nuestra voz y nuestra imagen, y a la gente le cambia la vida. ¡Te agradecemos, Padre, por tan alto privilegio!