EL ERROR DE ESAÚ

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2024-03-24 03:00:00
Ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no tuvo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
Hebreos 12.17
Esaú actuaba con astucia desde el vientre de su madre. Él y Jacob se pelearon para saber quién nacería primero y ganaría así la primogenitura. No conocemos los detalles, pero Rebeca, la madre de ambos, consultó al Señor para comprender la extraña situación. Entonces se le dijo que de ella saldrían dos naciones, y que el mayor serviría al menor. Esaú salió primero, con Jacob pegado a su talón (Génesis 25.22-26).
Aquella escena fue como una declaración de Jacob a su hermano: "Un día te superaré". Por eso se llamaba Suplantador. El giro de esta historia se produjo a causa de un guiso. Jacob estaba preparando un guiso de lentejas cuando Esaú llegó de cazar y, alegando estar agotado, le pidió un poco. En ese momento, Jacob vio la oportunidad de recibir la bendición que había perdido al nacer y respondió: Véndeme en este día tu primogenitura (Génesis 25.31). Ellos negociaron, y Esaú accedió a la petición.
Jacob fue claro cuando dijo: —Júramelo en este día. Él se lo juró, y vendió a Jacob su primogenitura. (Génesis 25.33). Con ello, Esaú despreciaba ese derecho, que en aquellos tiempos era una institución divina: el primogénito recibía el doble de la parte de la herencia, además de otras prebendas. Algunos se apresuran a decir que Jacob robó la primogenitura a su hermano, pero yo no lo veo así, porque Esaú juró vendérsela. Así que el trato estaba hecho.
Ahora bien, la Palabra de Dios nos dice que Esaú fue rechazado más tarde cuando quiso heredar la bendición. Los salvados tienen derechos que desconocen. Son herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8.17), quien, como Unigénito del Padre, tiene la primacía. No hicimos nada para ganar estos beneficios, pero al recibir a Jesús como nuestro Salvador, heredamos lo que le pertenece. Fuimos crucificados con Él, vivificados en Él y resucitados con Él (Efesios 2.1-7). ¡Téngalo presente!
Esaú fue rechazado y Jacob fue aceptado. Así que tenga cuidado con lo que dice o hace. Lo que le sucedió a Esaú fue responsabilidad suya, ya que actuó de manera impía con el derecho ganado a los ojos de todos en su nacimiento (Hebreos 12.16). Por eso, para que no tomen su corona, cuide lo que es suyo: Vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona (Apocalipsis 3.11). ¡Ore, vele y viva!
La afirmación de la Escritura es grave: Y no tuvo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. Para Esaú, aquel plato de lentejas valía más que su primogenitura. Después, quiso que Dios anulara aquel acto, pero Jacob hizo justicia negociando inequívocamente el derecho que le había sido arrebatado cuando aún estaba en el vientre de su madre. Cuidado para que no se desespere en la segunda vuelta de Jesús. ¡Persevere hasta el final! (S. Mateo 24.13)
Esaú se afligió cuando Dios no le hizo caso. El Señor es justicia y nunca tardará en conceder un derecho a quien le corresponde. Como siervos de Cristo, no dejaremos que el diablo nos engañe. Esaú no encontró lugar para el arrepentimiento, aunque lo procuró con lágrimas. Dios no mira las lágrimas, sino el corazón, y entonces juzga el derecho de cada uno. ¡Siga la dirección del Altísimo!
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Señor de la justicia eterna! Nada pasa desapercibido ante Tus ojos. Tú amas a los que Te aman y Tú eres la Verdad. Al nacer, Esaú jaló a Jacob y salió adelante, pero entonces Jacob recibió sabiduría de Ti y compró el derecho de primogenitura. ¡Aleluya!
Pero después de ver el mal que se hacía a sí mismo, Esaú quiso convencerte de que le dieras el don que había rechazado: el arrepentimiento. Tú se lo negaste para que Jacob no sea engañado. Tú haces justicia siempre que juzgas, ¡y Esaú perdió porque despreció su derecho!
Cuando se dio cuenta del daño que se había hecho a sí mismo, Esaú quiso heredar la bendición, pero Tú no se la diste. Esto les sucederá a los que sean descuidados en su comportamiento y en su forma de hablar. A la vuelta de Tu Hijo, estas personas clamarán, ¡pero no encontrarán un lugar con los que subirán al Cielo!