Dios planeó poner sobre Su Hijo las transgresiones de la humanidad, y Él las sufrió (Isaías 53.4-6). Después, antes de volver al lugar de donde había venido, Cristo nos mandó ir por el mundo y predicar la Buena Nueva a los hombres (S. Marcos 16.15). Cuando oigan hablar de Su sacrificio en favor del hombre, se les abrirán los ojos de la fe y se volverán a Dios. Esta obra fue para salvarlos de la condenación eterna (1 Tesalonicenses 1.10). ¡El Señor es fiel y justo!

Algunas personas que son consideradas hijas de Dios tienden a dejar el buen camino y seguir la senda de la iniquidad. Debido a la forma equivocada de servir al Altísimo, se permiten la oportunidad de pecar y escandalizar así a los que confiaron en ellas. Nada es más triste que un cristiano se insinúe a una persona, sugiriéndole cosas equivocadas. La decepción producida por tal propuesta les escandalizará.

En muchos casos, estos niños en la fe en Cristo no podían soportar la vergüenza que provenía de alguien que nunca debería haberle escandalizado. Ahora, los autores de esas actitudes impropias tendrán que probar el rigor del Juicio, y el resultado será el peor posible para quienes cedieron al error e hicieron que el recién convertido se desviara o se enfriara en la fe. Dios nos confía a los pequeños para que los pastoreemos y no los confundamos, pero ¿por qué muchos hacen esto?

Jesús mostró un gran afecto hacia los que creían en Él, diciendo que sería mejor para el autor de un escándalo se hundiera en lo profundo del mar con una piedra de molino colgada al cuello. Sería mejor perder la vida aquí, pero poder librarse de las tentaciones que le destruirían para siempre. Los que son fieles a Dios van haciendo discípulos, que llegarán a ser también buenos ejemplos (2 Timoteo 2.2).

Cuando uno sirve al Señor como mandan las Escrituras, nunca se confundirá. Sin embargo, si abandona el camino correcto, no será imposible su vuelta, pero tendrá que hacer un gran esfuerzo para liberarle de las cadenas de la muerte que pueden atarle en el pecado. ¿Por qué alguien que ha encontrado la luz se volvería hacia el diablo para que fuera engañado? ¡Tenga cuidado de no caer! Muestre a todos el buen testimonio de que Jesús es el Libertador de los oprimidos. ¡Libérese ya!

En el caso de Esaú, su arrepentimiento no fue aceptado, porque en su corazón había despreciado el estatuto de primogenitura: Que no haya ningún fornicario o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. (Hebreos 12.16). Puede que no haya perdón para una transgresión cometida a sabiendas, principalmente si la persona ha sido asistida por el Espíritu Santo y no le importó lo que hacía o decía (Hebreos 10.26-31).

Tenga cuidado con sus actitudes, porque puede estar despreciando la Palabra de Dios. La maldad del corazón nunca debe ser aceptada. En el caso de Esaú, se le advirtió que su acto sería sin arrepentimiento, pero él, deliberadamente, ¡siguió pecando!

En Cristo, con amor,

R. R. Soares