Las consecuencias del pecado de Adán no se habrían producido si la primera pareja no hubiera comido del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Adán sabía que sería castigado por ello (Génesis 2.17). Fue el pecado consciente por el que la muerte entró en el mundo y reinó durante más de dos mil años. A causa de este error, se abandonaron las buenas virtudes y el hombre se envolvió en todo lo malo, pagando un precio terrible cada vez más alto.

Había llegado el momento de la visita de Dios. El Señor paseaba por el jardín al anochecer, como de costumbre, para estar en comunión con Su imagen y semejanza, pero la pareja se escondió. En lugar de arrepentirse, Adán y Eva optaron por alejarse de Dios. Muchas personas están oprimidas por el mismo demonio que les hace esconderse de la Verdad. ¡Gran locura! No hay nada mejor que confesarse para cambiar.

Adán y Eva olvidaron que el Creador podía perdonarlos, iniciando el plan para devolverlos a Su presencia. ¿Cuántos están poseídos por espíritus malignos que desean su fin? Estas personas no intentan salir de esta prisión con dignidad, y cada día se hunden más en la perdición. Nadie puede liberarse de las fuerzas de las tinieblas si no se arrepiente y confiesa sus pecados. ¡Dios es paciente y bueno!

El hombre que dio nombre a toda la creación de Dios actuó infantilmente después de pecar. ¿Acaso creía que era posible esconderse del Dios omnisciente? El Señor se mostró ser el mismo cuando fue al encuentro de Adán y Eva. Él quería hablar con la pareja, enseñarles en el camino en que debían andar y guiarlos con Sus ojos (Salmo 32.8). ¡Nadie puede esconderse del Altísimo!

El Padre quiere visitarle, perdonar sus transgresiones y restaurar su vida en todos los sentidos, así que abra su corazón a Aquel que está presente en todas las partes del Universo al mismo tiempo. La visita del Señor está llena de amor, para darle la enseñanza que le llevará a Su presencia y le sanará de la enfermedad del pecado. Éste ha dejado su huella, que solo se borrará con el arrepentimiento y la confesión. ¡Esta acción le llevará de vuelta al Hogar!

Enfrente Su error de frente, porque el diablo es responsable de él. Dígale la verdad a Dios, pidiéndole que le perdone y cambie su corazón. Quien confía en el Señor se revela ante Él, porque sabe que es mejor «ponerse amarillo» durante media hora y librarse del mal que «ponerse rojo» para siempre. El maligno tienta a una persona y luego se hace amigo de ella, pidiéndole que se esconda entre los árboles. El enemigo quiere su fin, pero no se lo permita. ¡Reaccione con la Palabra!

Jesús quiere resolver el dilema de su alejamiento de Dios. Sin Él, nadie puede mantenerse en pie. Imagine lo que le espera en la eternidad si no se arrepiente y vuelve a los benditos brazos del Señor. Empiece ahora su jornada hacia el Reino de los Cielos. ¡El Padre celestial espera su decisión!

En Cristo, con amor,

    R. R. Soares