GENERACIÓN TRAICIONERA

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2024-10-31 03:00:00
Porque resueltamente se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de Judá, dice Jehová.
Jeremías 5.11
Tras la muerte de sus padres, surgió una nueva generación de israelitas. Estos descendientes no tenían la debida fe en el Señor y le servían de cualquier manera, y esto es sumamente peligroso, como había demostrado la misma situación en tiempos de los jueces (Jueces 2.7-13). La Biblia enseña que debemos servir a Dios con algunos componentes proporcionados por Él mismo: Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo. (Salmo 100.2). Sin embargo, la generación de los días de Jeremías era traicionera: buscaban al Altísimo y al mismo tiempo adoraban al diablo.
Tenían que servir con alegría y con regocijo. Algunos incluso intentaban hacerlo, pero en el momento de la prueba clamaban a los demonios. El Señor nos dice que le mostremos nuestra causa: «Alegad por vuestra causa», dice Jehová; «presentad vuestras pruebas», dice el Rey de Jacob. (Isaías 41.21). Tenemos dos pautas necesarias para que Él nos bendiga: nuestras causas y nuestras pruebas. Las encontrará en las Escrituras y debe citarlas con fe.
El Padre celestial nos compara con los soldados del regimiento de caballería, que salen preparados para la batalla: ¡Uncid los caballos, y montadlos vosotros, jinetes! ¡Cubríos con los yelmos, limpiad las lanzas y poneos las corazas! (Jeremías 46.4). Busque la promesa, prepárela y móntela como un caballero. También póngase el casco, purifique su orden, póngase la coraza de la fe y crea, porque es imposible que Dios no le dé la victoria. ¡En Cristo, siempre triunfaremos!
Nuestra batalla es un juicio que debe hacerse en el templo del Señor, en Su Palabra, porque es nuestro lugar aplicar la justicia divina, decidiendo todas las cuestiones. Dios ordena: «Id, y puestos en pie en el Templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.» (Hechos 5.20). No hay nada mejor que entrar en el tribunal celestial, armados con las razones bíblicas, y ser firmes en la fe, sin dar al enemigo la oportunidad de engañarnos. ¡El que está en la Palabra tiene derecho!
En el Salmo 103.2, David dice: Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. En Romanos 6.13, Pablo nos instruye: Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Si hay iniquidad en usted, confiésela para ser perdonado. Después de esta acción, ¡presente sus miembros para hacer justicia!
No hay razón para que cargue con el pecado. Confiéselo y sea perdonado antes de entrar en la sala del juicio: Hablo como humano, por vuestra humana debilidad: así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. (Romanos 6.19). Su victoria es importante para el Reino de Dios. Así que, ¡esté atento!
Judá actuó irresponsablemente ante el Altísimo. Por eso fue llevada al cautiverio para que se arrepintiera y, en consecuencia, obtuviera el perdón (Lamentaciones 1.1-5). No permita que el diablo y los demonios tengan nada que ver con su vida. Vuélvase completamente al Señor y rechace toda tentación. ¡Actúe como Jesús durante la tentación en el desierto! (S. Lucas 4.2-13).
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios de los siervos fieles! Es maravilloso aprender contigo cómo rendirte el verdadero honor. Eso nos promueve, nos fortalece y nos aleja del mal. ¡Deseamos vivir siempre ante Tu amor!
¿Por qué traicionarte si podemos sembrar buenas semillas? Ellas nos darán buenas cosechas y, en última instancia, Tus bendiciones, que nos harán felices y nos distinguirán como siervos obedientes. ¡Ayúdanos a no avergonzarnos de las cosas de este mundo!
Vamos a uncir los caballos, montarlos y presentarnos como caballeros de Tu Reino de amor y verdad, con el yelmo en la cabeza. Tenemos que limpiar nuestras lanzas y ponernos la coraza de la fe. ¡Queremos ganar las batallas para Tu gloria y alabanza!