GRATITUD ETERNA

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2025-07-13 03:00:00
Pero con los hijos de Barzilai, el galaadita, tendrás misericordia; que sean de los convidados a tu mesa, pues ellos me trataron de esa manera cuando iba huyendo de Absalón, tu hermano.
1 Reyes 2.7
Cuando Absalón intentó derrocar a su padre para ser rey de Israel, David tuvo que huir para no enfrentarlo (2 Samuel 15). Jesús nos advirtió que antes de Su segunda venida, la situación en el mundo será así: «El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.» (S. Marcos 13.12). Lo que hizo Absalón es un ensayo de lo que vendrá en mayor grado, porque el demonio actuará con furia, sabiendo que le queda poco tiempo.
El espíritu de rebelión prevalecerá en los hogares, donde los hijos se rebelarán contra todo y contra todos, no respetando la autoridad de sus padres, sin importarles que no vivirán mucho tiempo. Muchos actuarán a favor de sus propios intereses, pero los que se inclinen ante la Palabra demostrarán que servirle es la mejor decisión. Los únicos hogares que quedarán al margen del mal perpetrado por sus hijos serán aquellos en los que se haya enseñado y aceptado el temor de Dios.
El fin de los que se apartan de la presencia de Dios será entre la tierra y el cielo, como le ocurrió a Absalón: «Iba Absalón en un mulo y se encontró con los siervos de David. El mulo entró por debajo de las ramas espesas de una gran encina, y se le enredó la cabeza en la encina a Absalón, que quedó suspendido entre el cielo y la tierra; pero el mulo en que iba siguió adelante.» (2 Samuel 18.9). ¡No es bueno levantarse contra el Altísimo!
David abandonó Jerusalén a toda prisa porque su hijo rebelde quería el reino a toda costa. Para no enfrentarse a él y verlo morir en pecado, como un malvado, el rey huyó a un lugar determinado por Dios. Allí encontró a tres amigos que lo acogieron y lo ayudaron: «Luego que David llegó a Mahanaim, Sobi hijo de Nahas, de Rabá de los hijos de Amón, Maquir hijo de Amiel, de Lo-debar, y Barzilai, galaadita de Rogelim, trajeron a David y al pueblo que estaba con él camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, miel, manteca, ovejas y quesos de vaca, para que comieran; porque decían: «El pueblo está hambriento, cansado y sediento en el desierto.» (2 Samuel 17.27-29). ¡El Señor lo ayudó!
Si usted se encuentra en una situación parecida, no se asuste. El Altísimo conoce su necesidad antes de que pida ayuda, como dijo Jesús: «Porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas.» (S. Mateo 6.32). David buscó primero el Reino de Dios y vio la acción divina en su vida (S. Mateo 6.33). ¡Cuide del Reino del Señor, y Él cuidará de usted!
Al darle su último consejo a Salomón, que reinaría en su lugar, David mencionó a los amigos que habían acudido en su ayuda, ordenando a su sucesor que empleara la beneficencia -el arte de hacer el bien- y que los colocara entre los que comerían a su mesa. David mostró este afecto hacia los que habían sido utilizados por el Señor para ayudarle. Es bueno meditar sobre este mandato y hacer lo mismo en favor de quienes son sus verdaderos amigos. ¡La gratitud hace bien!
En cuanto a los que hacen la vista gorda ante la necesidad de alguien, ¿dónde serán contados? No habrá misericordia para quien no sea misericordioso (Santiago 2.13). Acepte siempre la guía del Señor. Él le recompensará por ser un siervo fiel.
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios de la gratitud! Has puesto sobre nuestros hombros una gran obra, la de ser agradecidos por habernos enviado a Jesús para acogernos y proveer a nuestras necesidades, especialmente a la mayor de todas: la salvación. ¿Cómo podríamos dejar de amarte cuando eres el Salvador?
Te agradecemos que nos dejes comer a Tu mesa, llevándonos a vivir en comunión contigo y bendiciendo nuestras peticiones. Debemos fijarnos en el ejemplo que nos dejó Jesús, porque Tu Hijo Te sirvió como lo programaste. Que esto se diga también de nosotros.
Te damos gracias por la caridad que nos mostraste cuando ni siquiera pensábamos en servirte. Nos abriste los ojos para ayudar a los que más lo necesitan. Que nunca nos cansemos de acoger a los que viven lejos de Tu presencia.