LA MALA FAMA DE LOS HERMANOS

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2024-05-25 03:00:00

Ésta es la historia de la familia de Jacob: José tenía diecisiete años y apacentaba las ovejas con sus hermanos; el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre de la mala fama de ellos.


Génesis 37.2

Vamos a estudiar algunos versículos del capítulo 37 de Génesis y aprender lecciones útiles que «brotan» de entre las líneas de las Escrituras. Jacob vivía en Canaán, la tierra de las andanzas de su padre. Abraham también había vagado por allí y sabía que la región pertenecería un día a su descendencia. Esta promesa se cumpliría más tarde, después de que sus descendientes fueran a Egipto y se convirtieran allí en esclavos.

Jacob amaba a su hijo José de una manera especial, por lo que lo envió con sus hermanastros a cuidar de las ovejas. En aquel momento, solo estaban sus hermanos, los hijos de Bilha y Zilpa, las concubinas de su padre. Según el versículo en cuestión, José informaba a su padre de la mala fama de ellos. ¿Qué importancia tiene que Dios muestre esto? Para demostrar que José era diferente de los demás. Esta característica debe existir en cualquiera que cuide el nombre de la familia; de ese modo, Satanás no encontrará una puerta abierta.

También vale la pena recordar el vacío dejado por Acán, para que sus hermanos fueran derrotados en la batalla para apoderarse de la ciudad de Hai. Esto llevó a Josué a la desesperación, cuando se apresuró a echarle la culpa al Señor:  Josué decía:—¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en manos de los amorreos y que nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! (Josué 7.7).

El Altísimo no se ofendió por esta oración en la que el comandante de Israel lo acusaba de mala administración, pero le respondió: Jehová respondió a Josué:—¡Levántate! ¿Por qué te postras así sobre tu rostro?  Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto, el que yo les mandé. También han tomado algo del anatema, y hasta lo han robado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. (Josué 7.10-11). ¡Pronto encontraron al responsable del error!

Del mismo modo que ellos encontraron al autor de la transgresión que llevó al enemigo a avergonzarlos, nosotros tenemos que acudir a Dios con la intención de encontrar la parte débil de nuestro ser, que será como un resquicio utilizado por el diablo para hacernos daño, deshonrando nuestra fe. Una vez encontrado el «Acán» que hay en nosotros, debemos pedir que sea destruido. Luego debemos confesar el error. De este modo, viviremos como personas rectas y perfectas ante el Señor. ¡Cada uno de nosotros es como toda la congregación de Israel!

José informó a su padre de la mala reputación de sus hermanos. Esto demuestra que debemos llevar al Padre en oración cualquier desviación por parte de los otros hermanos. Como hijos del Altísimo, el Dios de la santidad, no puede haber escándalo en nosotros. Jesús amonestó: Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno (S. Mateo 5.29). ¡Ore!

En el Nuevo Pacto, según este pasaje de S. Mateo 5, no tenemos que mutilarnos físicamente, sino, en oración, presentar nuestra debilidad y pedir a Dios que nos la quite. Nuestras actitudes equivocadas deben ser arrancadas de nosotros, para que podamos servir a nuestro Padre celestial con integridad de corazón y alma. Ore, ¡y Dios le responderá!

 

        En Cristo con amor,

 

        R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Dios, nuestro Padre! ¡Cuántas lecciones hemos perdido por no meditar en los episodios ocurridos con el Israel del pasado! Nos estás preparando para servirte en esta generación, ¡así que enséñanos cómo actuar para que Tu obra no sufra por nuestra culpa!

Mientras estemos aquí, debemos prepararnos para que no seamos utilizados por el maligno, que quiere desviarnos de Tus mandamientos. No puedes utilizar a los que no se alinean con las Escrituras. ¡Ayúdanos a cumplir Tus propósitos!

Debemos orar por los hermanos, incluso por los hijos de las concubinas, que no son completos e irreprochables en Tu amor. Si actuamos así, el Infierno no nos estorbará en nuestra misión. Tu amor hará de nosotros verdaderos y buenos siervos. ¡Padre, oramos por Tu Iglesia!