LA MANIFESTACIÓN GLORIOSA DE NUESTRO GRAN DIOS

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2020-05-20 03:00:00
Mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.
Tito 2.13
Todo lo que se refiere al Señor es grandioso. Él está en el vastísimo Universo, a donde el hombre ha ido con el objetivo de hacer descubrimientos. Las misericordias de Dios nunca decayeron (Lamentaciones 3.22) y Su amor es incalculable. No Le falta poder ni habilidad para resolver nuestros problemas y sacarnos de la pequeñez de nuestro mundo, para conducirnos a Su plena Verdad. Tenemos que aguardar la esperanza bienaventurada y la gloria de Cristo.
Cuando piensa en nosotros, Dios piensa a lo grande. Su plan para el hombre va mucho más allá de lo que podemos ver o imaginarnos. Cuanto más confiemos en el Altísimo, más aprenderemos sobre Su poder y lograremos virtud para vencer las dificultades. El hecho de haber sido creados a Su imagen y semejanza nos da la facultad de tener más de Él. Pero para eso, ¡debemos someternos a la Palabra!
Aguardar la esperanza bienaventurada nos preparará para realizar lo que es agradable y bueno delante de los puros y perfectos ojos del Señor. Al ser humanos, no estamos en condiciones de entender ni de hacer el bien; no obstante, con la ayuda del gran Dios, que dicho sea de paso no es pequeña, somos grandes también. Él dice que el que recibe Su Palabra y actúa sobre ella es “dios”. ¡El Altísimo es fantástico!
Examine esta declaración: ¡Cristo Se entregó por nosotros! Por eso, tenemos que pensar a lo grande y hacer lo que complace al Señor. Si pensamos de otra manera sobre lo que se dice en esta frase sobre la obra ejecutada por Dios a nuestro favor, disminuiremos Su capacidad. Jesús Se entregó, convirtiéndose en la justicia divina, para poner todos los puntos sobre las íes y cada acento de nuestra deuda. Crea y viva liberado de todo mal.
Aguarde la esperanza bienaventurada que, como el Señor, es grande y fue generada en el corazón de Dios. No es bueno frustrarle, porque como sabe todo lo que sucederá hasta el fin de los tiempos, Él nos prepara para este momento. Así venceremos al reino del mal con Su Palabra. El diablo nunca podrá oprimir al que aceptó a Jesús como Salvador y fue ungido por el Espíritu Santo.
La gloria de Dios debería aparecer en nuestro ministerio, como aparecía en el tiempo de la Ley, de los profetas y en los días del Maestro en la Tierra. Esto significa que su participación no fue suprimida ni anulada. Si Jesús nos dio el ejemplo, podemos orar para tener las mismas visitaciones de Dios, así como sucedió en la transfiguración, en el bautismo del Jordán y en otros acontecimientos.
Sin las manifestaciones del Altísimo no llevaremos al mundo a Cristo, y esto debe hacerse. Queremos ver las multiplicaciones de alimentos, la resurrección de muertos, como la que se presenció a las puertas de la ciudad de Naín y al pie del sepulcro de Lázaro, así como otros hechos que narra la Biblia. ¿Estaremos haciendo la obra de Dios?
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Oh Señor! Tu Hijo es Tu gloria, y nosotros somos la Suya. Pero no hemos visto los mismos fenómenos que acompañaban el ministerio de Cristo. Por eso, los perdidos no nos han buscado como buscaban al Maestro. ¡Estamos lejos de los ejemplos!
No queremos solo la respuesta, sino también el poder de cambiar las cosas. Tu gloria tiene que ser revelada como si Jesús estuviese aquí haciendo la obra. ¿Por qué no Lo imitamos?
¡Que Tu glorioso Reino venga a nosotros en los días de hoy! Así, Te daremos toda la alabanza. No aceptamos menos de lo que nos fue prometido. ¡Ayúdanos a vivir para darle a Tu gloria su debido lugar!