LA TRISTEZA QUE ES SEGÚN DIOS

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2024-03-22 03:00:00
La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.
2 Corintios 7.10
Hay dos clases de tristeza: la que es según Dios y la que es según el mundo. Según el apóstol Pablo, la primera produce arrepentimiento en el impío, para que pueda alcanzar la salvación que necesita. Sin ella, la persona continuará en el pecado y tendrá como destino final el tormento eterno. La segunda, en cambio, debe ser evitada por todos, porque trae la muerte -la naturaleza de Satanás-, la peor muerte posible, que llevará al condenado al abismo sin fondo.
¿Cómo se produce la tristeza según Dios? Jesús habló del Espíritu Santo: Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. (S. Juan 16.8). Cuando alguien hace algo malo, le duele la conciencia: es el Espíritu Santo que le convence de su pecado. Los que son buenas personas, se hayan salvado en Jesús o no, pronto sienten remordimiento por sus malas acciones y no repiten el error. Los salvados se arrepienten, confiesan su pecado a Dios y no lo vuelven a hacer.
El Espíritu Santo está en las personas para abrirles los ojos y que no realicen acciones que testificarán en su contra en el Juicio Final. En los salvados, la convicción del Espíritu Santo les hace arrepentirse; el sentimiento es muy fuerte en sus corazones, aunque no sabían que eso estaba condenado en la Biblia. Sólo cuando se dan cuenta de que está prohibido en las Escrituras, piden perdón y velan para que no vuelva a suceder.
Ninguna persona salvada se arrepiente de haber sentido la tristeza según Dios por sus acciones imprudentes, porque su alma está en paz después de haberlas confesado y prometido no repetirlas. Hay casos de cristianos que no velaron y volvieron a pecar, pero eso los atormentó hasta el punto de clamar al Espíritu Santo en busca de ayuda, para que no volvieran a transgredir ni regresar a su vómito (Proverbios 26.11). Pero, desafortunadamente, muchos se desvían (2 Pedro 2.20-22).
Hay una buena noticia para los que están sumidos en la iniquidad: Dios no los ha abandonado, sino que espera que vuelvan al buen juicio: Sostiene Jehová a todos los que caen y levanta a todos los oprimidos. (Salmo 145.14). ¡Qué hermoso es nuestro Padre! Cuando uno peca, le tiene a Él como Sostenedor; ¡solo tiene que orarle para que vuelva a la comunión con los hermanos, ser perdonado y subir con Jesús en el arrebatamiento de la Iglesia!
La tristeza según el mundo, por otro lado, ocurre cuando el Señor se "cansa" de dar oportunidades sin ser recibido por aquellos que se han apartado de Él, negándose a escuchar la voz del Espíritu Santo. Entonces el mundo desprecia a esa persona, porque era de Dios, pero cedió al diablo y lo siguió a sabiendas. Ahora, al haber abandonado al Salvador, al mundo le importa un bledo, y lo que más desea Satanás es que acabe con su propia vida. ¡Esta persona está inmersa en una gran tristeza!
Para los que están profundamente tristes y no encuentran consuelo, la Palabra les asegura que Dios es misericordioso y busca conceder la salvación a los perdidos. Sin embargo, necesitan pedir la ayuda del Altísimo, que les será concedida lo antes posible. Deje todo error, y el amor divino llenará su corazón de alegría y de paz (Hebreos 4.14-16). ¡Renueve su parte en el Pacto eterno!
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Señor del Pacto eterno! Es bueno saber que sostienes a los que caen, ¡y por eso alabamos Tu nombre! Incluso si alguien se siente abandonado por Ti, ore ahora para que vuelva a Tu morada, de donde nunca debería haber salido. ¡Ayúdale!
La tristeza, según la visión del mundo, casi ha matado a esta persona. De hecho, espiritualmente ya está muerta, pero Tu amor levantará esta alma abatida. El pecado la ha asolado, llevándola al fondo del mar de la inmundicia. ¡Ahora Tú la limpias, la santificas y la haces inocente!
Quien se aleja de Tu presencia recibe Tu dolor, que no mata, sino que da vida para el bien de los que invocan el Nombre de Jesús. Padre, atiende a esta vida, dándole el poder de liberarse del fango en que vive. ¡Ella es Tu imagen y semejanza!