La vida del que comete uno de los tres errores descritos en el versículo no será nada fácil. Después de todo, despreciar al Padre desata consecuencias terribles. Tener cuidado con el diablo nos hará sentir seguros, porque el deseo del enemigo es destruirnos. El Espíritu Santo lucha a nuestro favor, para que busquemos al Señor y confesemos nuestras transgresiones. Así, seremos perdonados y ungidos para las batallas del día a día.

¿Por qué alguien en su sano juicio dejaría de seguir al Señor o declararía que no Lo necesita? Dios es la Fuente de la vida. Caminar con el Salvador es estar siempre protegido de las fuerzas de las tinieblas. Quien encuentra al Señor halla el Manantial de victorias increíbles. Preguntar por Jesús es la actitud más bendecida del que teme a Dios. Estos tres pasos lo harán invencible.

Al abandonar las promesas del Señor destinadas a quien Lo ama, tal persona deja de caminar con Él. Con la Palabra, el siervo del Altísimo se satisface, pues no le falta nada. Alejarse de Dios es el resultado de una obra del diablo muy grande en la vida de quien esté debilitado en la fe. Aunque no reconozcamos el error que cometimos, la culpa de que Dios no nos responda es nuestra (Isaías 59.2).

Alejarse de Dios es una gran imprudencia, pues solo Él es capaz de guardarnos y de impedir que el diablo toque nuestra vida, a nuestra familia y nuestros bienes. Mantener la fe viva y lista para entrar en acción en cualquier situación inesperada es la respuesta del Señor para quienes buscan Su majestuosa presencia. En los Cielos, se revelarán los momentos en los que el mal lanzó un ataque contra nosotros. Aunque no estemos conscientes de ello, el Espíritu nos hará clamar por la ayuda divina.

Cuando nos apartamos de Dios, simplemente declaramos la victoria del diablo y afirmamos que le pertenecemos. Nunca deje que Satanás le derrote; de lo contrario, no estará razonando bien y necesitará ser liberado. La Palabra asegura que el Padre nos lleva en triunfo: Pero gracias a Dios, que nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento (2 Corintios 2.14).

Aunque no sepa cómo liberarse, crea en esto: Dios le abrirá el camino, pues Él no desea ver a Sus hijos, que son a Su imagen y semejanza, alcanzados y destrozados por el maligno. Al ser nuestro Pastor, nada nos faltará (Salmo 23.1). Pero, si somos rebeldes, nuestra jornada será difícil. Nada podrá vencernos, siempre y cuando estemos en las manos del Salvador (S. Juan 15.5).

Al leer la Biblia con atención va a notar que habla mucho sobre usted y le hablará a su alma. La Palabra le mostrará la solución, haciéndole caminar con la frente en alto y con orgullo como un verdadero soldado de los ejércitos celestiales. Así dice la Palabra: ¿Cómo podría perseguir uno a mil, y dos hacer huir a diez mil, si su Roca no los hubiera vendido y Jehová no los hubiera entregado? (Deuteronomio 32.30).

En Cristo, con amor,

R. R. Soares