¡MANOS A LA OBRA!

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2025-09-02 03:00:00

 Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar: —¡Calla, enmudece! Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma.


San Marcos 4.39

No hay forma de abandonar al Señor, aunque a veces sintamos que no ha cumplido alguna promesa de las Escrituras. Ahora, a través del testimonio que Dios da en Su Palabra, comenzamos a comprender que Su parte ya se ha cumplido. Por lo tanto, con base en la revelación, debemos comenzar la nuestra: aceptar lo que se nos ha dicho en la Biblia. Pero, en realidad, aún somos inmaduros en este asunto.

Impulsados por la desesperación, los discípulos despertaron a Jesús y le preguntaron: «¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos?» (S. Marcos 4.38b). Con esta actitud, demostraron la misma prisa que habían mostrado al llevar al Salvador a la barca. ¿Por qué no le preguntaron en qué se estaban equivocando? Jesús hizo lo que ellos deberían haber hecho: reprendió al viento, ordenando al mar que se calmara. ¿Intentaron hacer esto, algo que sabían, o lloraron?

No podemos culparlos, pues a menudo también ignoramos las instrucciones del Señor y actuamos como los perdidos, sin conocer los derechos de los salvos en Jesús. Los que aprenden del Maestro deben actuar como Él, siguiendo Sus pasos: «El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo» (1 Juan 2.6). Las lecciones enseñadas por Cristo deben aceptarse y practicarse, no abandonarse.

Mantengamos siempre la comunión con el Altísimo, aprendiendo de la Biblia y no solo de quienes dicen ser Sus siervos. El método de enseñanza de Dios es a través de las Escrituras: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo…» (Hebreos 1.1-2a). Él habló, y ahora da testimonio de la promesa que nos pertenece: la explicación de la Palabra.

Con autoridad, usando el Nombre de Jesús, debemos hablarle a la montaña, al problema, para eliminarlo de nuestras vidas. Las últimas palabras del Maestro fueron: «Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.» (S. Marcos 16.17-18). Nuestra misión es obedecer este mandato; así, la obra del Señor crecerá entre las personas de todo el mundo. ¡Cristo confirma la Palabra!

Jesús reprendió al viento y al mar, a los demonios, a las enfermedades y a otros tipos de mal. Aprendamos cómo obró en Su ministerio para que podamos hacer lo mismo. Un día, responderemos por lo que hicimos con el poder del Espíritu que nos fue dado: «Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.» (Hechos 1.8).

En la próxima lección, veremos que el Maestro exigió a Sus discípulos lo que ya habían aprendido, pero no lo habían puesto en práctica. Que esto quede claro para todos, pues sin duda tendremos que rendir cuentas al Rey de reyes por todo lo que nos enseñó: «Porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis.» (S. Juan 13.15). ¡Él es nuestro ejemplo!

 

En Cristo, con amor,

 

    R. R. Soares


La Oración de Hoy

Dios, ¡a Quien rendiremos cuentas! Nuestras acciones deben preocuparnos, porque si no seguimos Tu Palabra, haciendo lo que nos has mostrado, no tendremos ninguna autoridad ante Ti. Tus mandatos son claros y se exigirán los resultados. ¡Ayúdanos!

Padre, Tú has visto la desesperación que se apoderó de los discípulos. En ese momento, nada parecía funcionar, así que tuvieron que despertarte para que los ayudaras, y Él no se negó. Debemos comportarnos según Tus instrucciones.

Ese día, el diablo se aprovechó del sueño de Jesús, pero Tu Hijo hizo lo que se le había mostrado innumerables veces: reprendió los males del reino de las tinieblas. ¡Qué aprendamos del Salvador y sigamos Su ejemplo!