NO INVALIDE EL PACTO

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2024-05-20 03:00:00

Si despreciáis mis preceptos y vuestra alma menosprecia mis estatutos, si no ponéis en práctica todos mis mandamientos e invalidáis mi pacto.


Levítico 26.15

Invalidar el Pacto que Jesús hizo por nosotros con Su sangre es el colmo de la insensatez para un alma. Reconocer al diablo como señor de su vida es la trágica decisión de quien a veces quiere contradecir a padres y amigos. La persona que hace esto solo puede sufrir algún tipo de trastorno, porque un alma que ha llegado a conocer al Señor nunca querrá vivir alejada de Él. Si usted está a punto de hacer esto, deténgase, ¡porque ha entrado en el camino de la destrucción eterna!

Mire lo que dice el Altísimo en el versículo 16 de Levítico, y usted se dará cuenta de que su idea de despreciar al Señor es pésima: Yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma. Sembraréis en vano vuestra semilla, pues vuestros enemigos la comerán. Estudiemos un poco esta declaración verdadera, ¡para que conozcamos el peligro de la rebelión!

Su mente se verá irrevocablemente alterada por el terror que la dominará. Decida volver al Señor y confiese su pecado. En el Nuevo Pacto, que concede todo bien, no existe eso de: caminar por la calle con miedo de lo que le pueda pasar; vivir gritando con su familia, sin paz en casa; dormir y tener pesadillas; tener miedo de comprar o vender algo, de conseguir un trabajo o de casarse, vivir sin fe y desesperado todo el tiempo (S. Juan 14.27). ¡Ore!

La tísis, una especie de tuberculosis, es una corrupción de la carne y tiene sus hermanas gemelas, que dañan partes de su cuerpo, así como el carácter y el amor destinados a todos los semejantes, independientemente de su color, tamaño o posición social. Destruye el matrimonio y la felicidad de los que son demasiado jóvenes para comprender lo que han inculcado en su subconsciente. Ciertamente, el demonio actúa sobre los que rompen con el Pacto firmado mediante el sacrificio de Jesús, ¡o aún no se han enterado de nada!

La fiebre ardiente también es física, pero puede entenderse como los deseos desenfrenados condenados por las Escrituras. Éstos llevan al rebelde a practicar abominaciones a cualquier precio, de las que tendrá remordimiento más tarde (Romanos 1.26; 1 Tesalonicenses 4.5). Solo los que vuelven al Señor se arrepienten de tales monstruosidades. Lejos de Dios, los perdidos son impenitentes e implacables en su maldad, que dejará huella en muchos inocentes. ¡Nunca se vuelva irracional!

Fuera del Pacto, la persona queda a disposición del demonio. Éste le da el tono demoníaco que la consume, y sus acciones son indomables, insaciables y sin escrúpulos. La ternura que recibió de su madre cuando era un bebé la echa a la basura, porque lo que le interesa es el lucro y el placer sórdido; al fin y al cabo, quien ha llegado a habitar su corazón es malvado. Su alma nunca tendrá paz, sino un gran tormento. ¡El juicio sucederá!

Muchas personas quieren ser amables, buenas y prósperas y por eso siembran su semilla, pero, aunque parezca increíble, sus enemigos -los demonios- la devoran. El que se aparta del Pacto nunca podrá comer lo mejor de esta tierra, pero los justos sí (Isaías 1.19). ¡Solo tiene que quererlo!

 

        En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Dios y Padre nuestro! ¿Por qué habríamos de rechazar Tus preceptos, si ellos nos conducirán a campos verdes y aguas tranquilas, refrescarán nuestras almas y nos sentarán a la mesa preparada por Ti ante nuestros enemigos? ¡Te pertenecemos!

¡Pobre del que se aparta de Ti! Sube y baja colinas, pero nunca llega a ningún sitio decente. No queremos que se nos trabe la lengua de tanto hablar sin ser escuchados. ¡Queremos sentir Tu toque amoroso, que nos colma de toda clase de bendiciones!       

        Solo podemos dar gracias por las amonestaciones que recibimos de Tu boca y por el amor y el cariño que desprende Tu Palabra cuando la escuchamos. Eres más magnífico de lo que pensamos. ¡Reafirmamos que Tú eres nuestro Padre y Te daremos más alegría como Tus hijos!