En el sentido del texto bíblico, negar significa privar a su pareja de la bendición de una vida matrimonial satisfactoria. Compréndalo: la abstinencia sexual en el matrimonio puede ser una de las razones por las que uno de los cónyuges comete adulterio o incluso cae en depresión. Cuando el desengaño se convierte en decepción aguda, la persona ofendida se vuelve vulnerable y a menudo pierde el brillo de la vida y se destruye a sí misma. La persona salva tiene la promesa de nunca ser defraudada o desilusionada: «He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de caída; y el que crea en él, no será defraudado.» (Romanos 9.33).

El matrimonio entre hijos de Dios que practican la buena Palabra es la mejor acción de los que tienen al Altísimo como Guardián, y esta unión distinguirá a los siervos del Señor de los impíos. Dios es el tercer doblez mencionado en la Biblia: A uno que prevalece contra otro, dos lo resisten, pues cordón de tres dobleces no se rompe pronto. (Eclesiastés 4.12). La última opción del cristiano es el divorcio, o la muerte.

Cuando parece que no hay salida, la respuesta es recurrir a los mandamientos de Dios, que le instruirán para que actúe como lo haría Jesús si estuviera en su lugar. El autor del Salmo más grande dijo: Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiera a todos tus mandamientos. (Salmo 119.6) Esta atención hace que la sabiduría del Padre habite en su corazón, dándole la iluminación que necesita para que salga victorioso.

La oración del salmista fue dirigida por el Espíritu de Dios y, por eso, sirve a quien no quiere confundirse: Sea mi corazón íntegro en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado. (Salmo 119.80). Esta dirección del Cielo se aplica a los hijos de Dios; si no la siguen, se quedarán sin la bendición que enriquece y libera a los que acuden al Padre (Proverbios 10.22). En vista de esto, ¡es importante tener un corazón recto y obedecer los mandatos del Señor!

Cuando sienta que Dios le está ayudando, siga Su guía. Entonces verá cómo Él es bueno y su Amigo. Isaías dijo: Porque Jehová, el Señor, me ayuda, no me avergoncé; por eso he puesto mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. (Isaías 50.7). No hay nada más triste para los que confían en el Altísimo que despreciar Su consejo y dejar que su vida sea un verdadero desastre. Ponga su mirada en Jesús.

        La razón por la que el Altísimo le instruye a que haga Su voluntad es por la guía que recibirá en todo. Porque la Escritura dice: La Escritura dice: «Todo aquel que en él cree, no será defraudado» (Romanos 10.11). En cambio, quien no cree toma el camino del error, pero solo se da cuenta de ello después de varios años. ¡Hemos sido salvos para ser hijos sabios de Dios!

Haga de las palabras de Pablo su filosofía de vida: Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, tanto si vivo como si muero (Filipenses 1.20).

        En Cristo, con amor,

        R. R. Soares