NO PONGA EXCUSAS

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2025-08-12 03:00:00

Isaac oró a Jehová por su mujer, Rebeca, que era estéril; lo aceptó Jehová, y Rebeca concibió.


Génesis 25.21

En su corazón, Abraham sabía que sería el patriarca de una descendencia de justos, que mostraría al mundo quién es el Señor en las siguientes generaciones. Por eso no podía aceptar que su mujer fuera estéril. Persistió en su fe, y un día se confirmó que la promesa se haría realidad. ¡Fue un momento memorable! Abraham luchó hasta el final y vio nacer a Isaac, el hijo de la promesa. De esta estirpe, dedicada a servir a Dios, surgió nuestro Salvador.

Quien oye la llamada del Señor para ser miembro de Su Cuerpo, pero no le obedece, se pierde la mayor bendición de la vida. A los que son llamados, les digo: no es fácil mantener la determinación de llegar a ser lo que Dios quiere, pero Él proveerá la salida cuando vengan las tentaciones. Por eso, haga como Abraham, que, cuando tenía 100 años y su mujer 89, siguió creyendo en el cumplimiento de la Palabra.

Para permanecer firme en el propósito de Dios, simplemente confíe en Él. Decida si creerá en el Señor o en el diablo. Isaac creció sabiendo que de él saldría una descendencia que continuaría el plan del Altísimo. Sin embargo, su mujer también era estéril. Todavía, como hijo de una pareja de ancianos, oró insistentemente durante 20 años, ¡y el Señor hizo lo que había dicho!

No tenemos que poner excusas, porque al que cree todo le es posible (S. Marcos 9.23). Al fin y al cabo, somos hijos de Aquel que es ilimitado en Sus operaciones, como dijo el Mesías: Entonces Jesús, mirándolos, dijo: —Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios. (S. Marcos 10.27). Así que no justifique nunca su falta de oración y consagración a Dios. ¡Solo crea! (S. Marcos 5.36) ¡Lo que le pasó a Isaac le puede pasar a usted!

La decisión de Rebeca de viajar tan lejos para casarse con Isaac fue una expresión de su fe. Sin duda, sentía que había algo especial para su vida, y por eso no pensó en casarse con nadie de su tierra natal. Ahora bien, quien recibe la llamada divina sabe que su media naranja está preparada. Cuando el criado del patriarca de los justos llegó y la vio, oró pidiendo dirección, y todo salió según lo previsto.

Cuando dos corazones que temen al Señor y esperan en Él se encuentran, saben cómo actuar y lo hacen de la manera correcta. El criado de Abrahán tenía la misión de encontrar una esposa para el hijo de su señor. Por eso, cuando llegó a la entrada de la ciudad de Nacor, hizo arrodillar a los camellos y clamó al Señor, que le respondió, indicándole incluso los detalles de su petición (leer Génesis, capítulo 24). ¡El Altísimo le enseñará cosas importantes!

Mientras Isaac se dedicaba a la oración: «Había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde, y alzando sus ojos vio los camellos que venían.» (Génesis 24.63), llegó el criado de su padre con Rebeca, que aceptó su petición de ir al encuentro de aquel con quien se casaría. El siervo que no vive en oración queda fuera de los planes del Cielo y no logra casi nada.

 

En Cristo, con amor,

 

    R. R. Soares

La Oración de Hoy

¡Señor de la certeza! Tú tienes un plan para cada uno de Tus hijos y actúas según las oraciones que ellos hacen siguiendo Tu dirección. Por eso Te pedimos que cambies nuestras vidas, transformándonos en campeones que actúan por fe. ¡Te amamos!

Isaac habría muerto soltero, y Tu plan habría fracasado, si Abraham no hubiera perseverado hasta el límite, orando para que se hiciera Tu voluntad. Del mismo modo, Isaac fue al campo a orar, ¡porque sabía que la batalla había que ganarla por la fe!

Que todos mis lectores hayan aprendido a vivir ante Ti, clamando y obedeciéndote. De esta manera, triunfarán continuamente. Somos Tuyos y por eso no aceptamos que el enemigo nos impida tener Tus bendiciones. ¡Gracias, Padre!