OMNISCIENTE Y SABIO

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2025-07-21 03:00:00

No es por obras, para que nadie se gloríe. 


Efesios 2.9

Al aprender del Señor a través de las Escrituras, descubrimos por qué Dios no permitió que el hombre recreado en Cristo produjera por sí mismo lo que necesitaba y, por orgullo, pecara, haciendo que su espíritu cayera de nuevo en manos del diablo: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.» (S. Juan 15.5).

Lo que necesitamos ya está preparado en las Escrituras. Entonces, a través de nuestra comunión segura con Dios y Su Palabra, aprendemos lo que nos pertenece y, con una declaración de fe, nos apropiamos de la bendición. Esto funciona en relación con cualquier mal que intente apoderarse del cuerpo y la mente, así como con las tentaciones que nos incitan a pensar o actuar fuera de lo permitido en la Biblia. ¡Somos libres!

Después de la conversión, es bueno mantener una vida de oración y leer las Escrituras a diario. Esto nos facilitaría la vida, pues estaríamos prevenidos cuando el enemigo se nos acerque con su propuesta de actuar al margen de las normas bíblicas, para que una vez más seamos sus esclavos. ¡Se nos ha dado la libertad de disfrutar de los bienes del Reino de Dios!

Dios es mucho más de lo que pensamos o de lo que nos han enseñado. Los que dejan de leer la Biblia no se dan cuenta de lo que se pierden, porque no conocen el poder del Altísimo, y por eso viven con dificultades. Medite en el afecto del Señor por los que viven en Su presencia, como hizo Elías, uno de los habitantes de Galaad. Al consagrarse a Dios, este profeta recibió la misión de enfrentarse al rey de Samaría y prevaleció contra él.

Elías no tuvo pelos en la lengua ante Acab y le transmitió el mensaje del Señor. El rey del Norte no quiso escucharle, así que, como hizo Moisés ante el Faraón, envió también su «plaga» diciendo: «Entonces Elías, el tisbita, que era uno de los habitantes de Galaad, dijo a Acab: “¡Vive Jehová, Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, hasta que mi boca lo diga!” » (1 Reyes 17.1). ¡El enviado de Dios anuncia las palabras del Altísimo!

Elías se dirigió entonces al escondite que le habían preparado junto al arroyo Querit. Allí permaneció largo tiempo hasta que se le ordenó ir a Sarepta y se presente ante Acab. Con la unción de lo Alto, el profeta se enfrentó al furioso rey, ordenándole que se llevara a los profetas de Baal y a los profetas de Asera - 850 en total - al monte Carmelo (1 Reyes 18.17-19). En una demostración de obediencia al Todopoderoso, Elías hizo bajar fuego del Cielo, y el pueblo exclamó ¡Jehová es el Dios! (vv. 22-39). ¡Grande es nuestro Dios!

El Padre celestial no quiere ver a Su pueblo en la miseria, abrumado por el pecado, llorando día y noche, diciendo que no saben por qué Dios no les ayuda ni les responde. Abandone su vida interior de malos deseos y vuélvase a Aquel que murió para que viva en plenitud (Isaías 55.7). El Señor quiere darle vida abundante llenando su boca de cosas buenas, pero solo puede hacerlo si se aplica a estudiar la Palabra y a servirle con toda su alma.

 

        En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Dios a quien amamos! No tenemos otro bien fuera de Ti y no queremos tenerlo. Por eso nunca caeremos en las trampas del enemigo. Somos el pueblo llamado por Tu nombre, cuya felicidad procede de Ti. Padre, ayúdanos a conocerte mejor, para que podamos honrarte y vivir bien.

No podemos estar lejos de Ti, sufriendo tentaciones y dejando de inclinarnos ante Tu Palabra. Al fin y al cabo, Tu Hijo nos ha redimido y nos ha hecho nuevas criaturas, para que nunca podamos volver al estado en que nos dominaban los reyes del infierno. ¡Ya hemos sido liberados!

A partir de ahora, ¡nuestras vidas serán un flujo constante de alabanza y adoración! Disfrutaremos de Tus bendiciones, resistiendo al diablo, que huirá de nosotros aterrorizado. Somos Tuyos, ¡y por eso no negociamos nuestra libertad ni vivimos sin Tu amor!