OYÓ DIOS LA VOZ DEL MUCHACHO

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2024-10-21 03:00:00
Oyó Dios la voz del muchacho, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: «¿Qué tienes, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho ahí donde está.
Génesis 21.17
El origen de los árabes surgió de un milagro. Dios le había prometido a Abraham un hijo, que sería concebido por su esposa, Sara, pero ella era estéril. Ellos lo sabían y esperaron, oraron y creyeron, pero ese hijo no daba señales de venir. A los 76 años, Sara le dijo a Abraham que no esperaría más. Luego de tomar esta decisión, le entregó a su esposo su sierva Agar y le dijo que la tomara, para que el bebé que naciera de este acto fuera considerado el hijo de la promesa. ¡Así nació Ismael! (lea Génesis, capítulo 16)
El nombre del hijo de Agar significa Dios escucha. Él es padre de los árabes, y fue circuncidado: Entonces tomó Abraham a su hijo Ismael, a todos los siervos nacidos en su casa y a todos los comprados por su dinero, a todo varón de la casa de Abraham, y circuncidó la carne del prepucio de ellos en aquel mismo día, como Dios le había dicho. (Génesis 17.23). La circuncisión de este patriarca los acerca al pueblo de Dios y a la salvación (Génesis 17.9-11).
Pasaron los días y, cuando Ismael tenía 14 años, nació Isaac, quien fue circuncidado cuando tenía ocho días (Génesis 21.4). Sin embargo, el día que Isaac fue destetado, Abraham hizo un banquete, y algo malo sucedió: al mostrar mucho celo, Ismael se burló de Isaac. Debido a esto, Sara pidió que despidieran a Agar con su hijo, y esta palabra le pareció mala a los ojos de Abraham. Sin embargo, Dios le ordenó cumplir el pedido de Sara y prometió hacer de Ismael una gran nación (Génesis 21.8-14).
Abraham le dio a Agar algo de comida y agua, y ella se fue vagando por el desierto de Beerseba. Cuando se acabó el agua, vio un árbol y dejó allí debajo al joven, para no verlo morir: Se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco, porque decía: «No veré cuando el muchacho muera.» Cuando ella se sentó enfrente, el muchacho alzó la voz y lloró. (Génesis 21.16). En algunas situaciones, llorar significa arrepentimiento y esto toca el corazón de Dios. Esto fue lo que sucedió: el Señor envió un ángel.
Mientras Agar lloraba, el niño oró y fue escuchado. Dios escucha la voz de los hijos de Abraham. El mensajero celestial llamó: Oyó Dios la voz del muchacho, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: «¿Qué tienes, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho ahí donde está. (Génesis 21.17). Alégrense, descendientes de Ismael, porque su voz será escuchada cuando oren en el Nombre de Jesús al Padre celestial.
Ellos son parte del plan del Señor, y la circuncisión de Ismael, realizada por manos de Abraham, los acerca a Dios. Sin embargo, todos deben inclinarse ante la voluntad del Señor, quien eligió a Abraham e Isaac como sus padres, su simiente, de la cual vino Jesús. Esto no debe aceptarse de forma natural, sino según el propósito del Dios eterno. Los descendientes de Ismael serán una bendición cuando se sometan al Padre celestial. ¡Hay más cosas que Dios puede hacer a favor de ellos!
Fíjese cómo termina la historia de Ismael: Dios asistió al muchacho, el cual creció, habitó en el desierto y fue tirador de arco. Vivió en el desierto de Parán, y su madre tomó para él mujer de la tierra de Egipto. (Génesis 21.20-21). ¡Una de las historias bíblicas más hermosas!
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Señor de la simiente de Ismael! Es bueno conocer Tu forma de manejar las situaciones. Tomaste a Ismael como arquero en el desierto y luego le diste una buena herencia, que no se puede contar de tan grande. ¡Que su descendencia alcance la salvación!
Agar no debía temer, porque Tú oíste la voz del muchacho. Aún hoy, Tú estás preparado para escuchar la voz de los que vienen de Ismael, para que sean uno con los de Isaac. ¡Tu mano los unirá!
El llanto de Ismael entró en Tu oído y en Tu corazón, y cumpliste la promesa de que sus hijos serían grandes. ¡Qué esto sea reconocido por todos y que ninguno se pierda! ¡La salvación Te pertenece!