La Biblia contiene innumerables referencias al amor de Dios por nosotros. Esto nos da el placer y la alegría de llamarlo Padre. Es difícil aceptar que alguien se aleje del amor divino, sabiendo que le espera la condenación eterna. El Todopoderoso nos destinó Su Reino de eterna fidelidad, verdad y amor, para que vivamos aquí con Él, libres de la influencia del mal. Somos imagen y semejanza del Señor (Génesis 1.26).

Sabiendo que el Creador de todas las cosas, visibles e invisibles, ha prometido protegernos de las trampas del mal, debemos rechazar el miedo, la desconfianza y la incertidumbre sobre nuestro futuro eterno. Gracias a las promesas que se nos han hecho, nada del Infierno nos tocará. Al aceptar a Jesús como Salvador, pasamos de muerte a vida (1 Juan 3.14), y, por lo tanto, ningún mal nos sobrevendrá, ni ninguna plaga tocará nuestra morada (Salmo 91.10).     

Cuando el Hijo dijo que Dios nos ama, porque Lo amamos, quiso decir que nada nos separará de Él, de Su poder y de Su voluntad. Por lo tanto, cuando descubra una afirmación bíblica sobre Él, acéptela con la certeza de que disfrutará de días mejores. Nunca ceda a las mentiras del enemigo ni preste atención a sus amenazas, porque Jesús dijo: «Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá» (S. Lucas 21.18). ¿Por qué creerle al diablo?

El Padre nos ama porque amamos a Jesús y Sus mandamientos (S. Juan 14.21), y pocos lo hacen. Es importante enfatizar: cuando una persona no guarda los estatutos de Dios, no Lo ama y, por lo tanto, no es amada por Él. Muchos creen mentiras sobre el diezmo, afirmando que es una ordenanza válida solo en el Antiguo Testamento. Sin embargo, esto no es lo que dicen las Escrituras en S. Mateo 23.23 y Hebreos 7.2-9. ¡Huya del engaño!

¿Cómo entender a las personas que se dejan guiar por el diablo? Distorsionan lo que dice el Altísimo, pero saben que, por la fidelidad de los justos, el maligno será reprendido. Si el adversario no puede cerrar iglesias usando algún escándalo, intentará usar la falta de recursos. Los salvos nunca deben discrepar de la Palabra de Dios; de lo contrario, sus oraciones no serán respondidas. Sea fiel hasta la muerte (Apocalipsis 2.10).

No importa si el mundo está dominado por el mal. En Cristo, somos libres de ella y estamos llenos del poder de lo Alto para deshacer cualquier trampa del reino de las tinieblas. Después de todo, amamos al Señor, y nada nos impedirá obtener la justa liberación provista por el Salvador cuando fue al Infierno y despojó a Lucifer de la autoridad que le había arrebatado al hombre. Conozca la Verdad y ella le hará libre (S. Juan 8.32).

Cristo vino del Padre para vivir en nosotros. Derribó el muro que nos separaba de Dios debido al pecado de Adán. Hoy, cuando un pecador recibe a Jesús como Salvador y Señor, recibe el perdón de todas sus iniquidades. Entonces, el Hijo y el Padre vienen a vivir en cada nuevo miembro de la familia divina. Al obedecer Sus mandamientos, demostramos que lo amamos, y Él también nos ama.

En Cristo, con amor,

    R. R. Soares