Jonatán estaba preocupado por la decisión de su padre de matar a David y advirtió a su amigo que no se descuidara. La Ley de Moisés decía: «No matarás» (Éxodo 20.13). Contra el deseo de quitar la vida a alguien, queda la siguiente orientación celestial: De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo, porque yo no justificaré al malvado. (Éxodo 23.7). Ahora bien, el rey sabía que su voluntad provenía de palabras de falsedad; por aferrarse a ellas, ¡nunca sería justificado!

Como Saúl era el rey de Israel, se creía con derecho a decidir quién viviría o moriría. ¿Por qué tantas personas se dejan engañar por el maligno, aun sabiendo que están equivocadas? El pecado separa al hombre de Su Creador, llevándolo a sufrir mientras viva y a pasar la eternidad en el lago de fuego y azufre, en medio de un tormento inimaginable (Apocalipsis 20.10; 21.8). ¡Vale la pena convertirse y consagrarse al Señor de la salvación!

Jonatán dijo que estaría al lado de su padre dondequiera que estuviera David. Esto debe haber consolado al héroe de Israel, que no había hecho nada para merecer tal trato del rey. Tenemos que estar atentos al mandamiento del Señor, para no ceder nunca ante el tentador. Dice la Palabra: Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen (S. Mateo 5.44). ¡Hágalo!

Durante la conversación de ellos, Jonatán intentaría hablar con su padre de su amigo, explicándole que hubo algún malentendido; al fin y al cabo, David le respetaba y luchaba en las guerras de su nación con todo fervor y amor. Así que el truco de Saúl consistió en decir: ¡Vive Jehová!, no morirá. (1 Samuel 19.6b), pero solo para consolar a su hijo. El hombre astuto solo piensa en cómo llevará a cabo su mala intención, para que la sociedad no le eche la culpa, porque su voluntad es siempre mala.

Las palabras de Jonatán tranquilizaron el corazón de David, porque no importaba lo que ordenara su padre; aunque fuera lo peor, Jonatán se lo revelaría a su amigo. En aquellos días de prueba, el futuro rey de Israel obedeció al Señor, sin pensar en devolver el mal que el rey le deseaba. Eran opuestos: Saúl, el malvado siervo de Dios, y David, el joven preparado para ser un buen siervo. Por mucho que el odio se apoderara de su corazón contra Saúl, David se sometió al Altísimo, ¡que le daría la victoria!

Jonatán prometió hacerle saber lo que se decidiría en el encuentro entre padre e hijo y le avisaría si el padre no se arrepintiera de su plan. Las palabras de Jonatán daban a entender que pondría fin a la amenaza. El hijo de Isaí se enfrentaba a un hombre poseído por el diablo, que ya había intentado directamente quitarle la vida, además de enviarlo a la guerra para que lo matara el enemigo, pero Dios lo ve todo (1 Samuel 18.10-17).

El verdadero amigo hace todo por el otro, ayudándole en sus necesidades, así como el Espíritu Santo obra en nuestro favor ante el Padre: Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. (Romanos 8.27). Viva conforme a la Palabra, y será protegido continuamente. ¡Créalo!

En Cristo, con amor,

R. R. Soares