La Palabra debe predicarse siempre, para que la gente nunca se aparte de ella y se pierda eternamente. El que ha sido llamado a ser testigo de Jesús no puede ceder ante el enemigo, que siempre cuestiona la autenticidad de la Palabra divina. Sin embargo, el Señor nunca ha engañado y nunca lo hará, porque Él es la Verdad (Números 23.19; S. Juan 14.6). Si algún cristiano miente incluso cuando habla del amor de Dios, se está descalificando a sí mismo para la vida eterna.

Si un predicador dice a los miembros de su congregación que no es necesario diezmar todo lo que llega a sus manos, está mintiendo y tendrá serios problemas en el tribunal de Cristo, donde rendirá cuenta de sus actos (2 Corintios 5.10). Cualquiera que afirme que Jesús nunca apoyó el diezmo debería estudiar Sus palabras en el evangelio de Mateo. ¡Lo que Él dijo nunca será revocado ni cambiado!

Jesús habló claramente sobre el diezmo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque diezmáis la menta, el anís y el comino, y dejáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello (S. Mateo 23.23) ¿Qué quiso decir con: sin dejar de hacer aquello? Ellos decían que diezmaban lo que cosechaban, pero lo omitían. ¡No se puede cambiar el testamento de nadie!

¿Cómo tratará Dios a un empresario que no da a su empleado lo que ha pactado? Sin duda, la justicia divina condenará a quien actúe con malicia contra alguien, y el juicio será sin misericordia. Imaginemos a alguien que dice amar a Jesús, pero retiene la porción debida a la obra de Dios. Si la iglesia, por falta de recursos, no puede llevar el mensaje a los perdidos, ¿quién tendrá la culpa? ¡Ore al respecto!

Al profeta Malaquías se le reveló que dejar de diezmar es robar. Ahora bien, a muchas personas salvas nunca se les ha ocurrido hacerlo, pero algunas lo hacen. Por lo tanto, su entrada en el Reino de los Cielos está prohibida (1 Corintios 6.10). Cuando Dios dice algo, lo dice porque nos ama. Así que nunca se deje engañar por las mentiras del enemigo. ¡Solo la persona sin entendimiento de la Verdad dirá que el diezmo se tenía que dar solo en el Antiguo Testamento!

La obra del Señor se hace con amor y dedicación de Su pueblo. Cristo no hará nada por quien le niegue la prescripción que Él ha determinado. Esa persona ya no tiene el poder divino actuando en su vida. No podemos negar una parte de los mandamientos de Dios y seguir esperando que Sus promesas se cumplan como deseamos. Él será nuestro Amigo, Dios y Señor si le servimos. Quien se niegue a darle lugar en su vida nunca será servido (Salmo 75.2)

Ser fiel en todo lo que aprendemos de la Palabra nos acercará al corazón del Padre, y seremos muy bendecidos por ello. No deje de guardar los mandamientos y de cumplirlos, porque eso demuestra que ama al Señor (S. Juan 14.21). No elija nunca el camino de la puerta ancha o de la irresponsabilidad. ¡Dios vela por Su Palabra!

En Cristo, con amor,

R. R. Soares