El Señor escuchó la petición de Su pueblo y realizó la obra necesaria para darles la victoria completa sobre sus enemigos. Los israelitas debieron permanecer tranquilos y satisfechos con lo recibido; sin embargo, sintieron que la petición que más agradaría a Dios debía manifestarse en oración: un aumento en el número de hombres. Así que el Todopoderoso les dijo que los multiplicaría. ¡Dios les respondió! Ningún cristiano debe ser carnal hasta el punto de obstaculizar la obra que realiza el Espíritu Santo, como Él instruyó: «Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:» (S. Juan 14.16). El apóstol Pedro dijo: «Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llame.» (Hechos 2.39). ¡Que se haga la voluntad de Dios en Su obra, incluso si eso significa construir un lugar más grande!

Al ver que Israel aceptaba orar para que se enviaran hombres que fortalecieran la nación, Dios decidió multiplicarlos. Sabemos cómo nacen los niños, en la proporción adecuada de niños y niñas, pero la anticipación del Señor habla del número de hombres como si fuera un rebaño. Así, podemos entender que el período fértil de las madres no se perdería. ¡El Padre celestial es sabio!

Un cristiano nunca debe orar por casualidad. Cuando el Espíritu Santo obra en nosotros, la petición debe ser acorde con lo que sentimos que viene del Cielo. Quienes andan en comunión con el Consolador están listos para ser usados ​​en cualquier momento. Por lo tanto, necesitan aprovechar cada oportunidad para honrar a Dios: Entonces María dijo: —Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. (S. Lucas 1.38). ¡Bendito sea!

Un detalle importante es que el ángel del Señor, enviado para darle la buena noticia a María, la dejó inmediatamente después de que ella la aceptara. Hoy, quienes están llenos del Espíritu Santo y reciben el mensaje divino no lo ven partir; después de todo, Él es el otro Consolador, quien siempre le ayudará a cumplir su misión.

Tenga cuidado de no clamar por algo sin conocer el propósito de Dios. Él solo hace lo que está previsto en la Biblia. Recuerde: ningún mal, ya sea físico, moral o espiritual, es parte del plan del Cielo para nadie, porque Jesús llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores, rebeliones y pecados, así como el castigo por darnos la paz (Isaías 53.4-5). Así que, no acepte lo que Cristo ya sufrió en su lugar. Conozca la voluntad del Padre para su vida. ¡La Palabra es segura!

Viva para hacer crecer su congregación como los rebaños. Sin duda, ningún período de gestación será desperdiciado, pues: Así ha dicho Jehová, el Señor: Aún me suplicará la casa de Israel, para que les haga esto: multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños. (Ezequiel 36.7). Dios es Todopoderoso. ¡Ámelo!

En Cristo, con amor,

        R. R. Soares