SANGRE DERRAMADA EN LA GUERRA

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2025-07-11 03:00:00

Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, cómo los mató, vengando en tiempo de paz la sangre derramada en la guerra, y manchando con sangre de guerra el cinturón que ceñía su cintura y los zapatos que calzaban sus pies.


1 Reyes 2.25

A pesar de haber caminado al lado de David y, como comandante de su ejército, haberse convertido en una leyenda al derrotar a grandes enemigos, Joab, sobrino del rey, no aprendió sobre el carácter de su rey y su dependencia del Señor. Sin duda, David tuvo muchos disgustos con muchos de los que caminaban a su lado, ¡y Joab fue uno de los que lo frustraron al no aprender la manera de servir a Dios del rey!

Nadie debe buscar para sí algo que Dios no le ha dado, ni actuar de manera equivocada para aferrarse a una posición. Si hacen lo correcto, serán bendecidos por el Señor. Pero si su corazón no es sincero ante el Cielo, no conseguirán nada. Sea quien sea el líder levantado por el Altísimo, nunca se rebele contra él. De hecho, el Señor soberano es quien levanta o derriba a alguien, así que no intente perjudicar a nadie.

David no era un hombre vengativo, pero, como pastor de Israel, no pudo evitar reprender a Joab por la injusticia cometida contra Abner (léase 2 Samuel 3.22 y otros versículos). El Señor estaba detrás de las decisiones del comandante del ejército, porque hasta entonces Isboset, el hijo de Saúl, había sido el heredero del reino, juzgando por la decisión natural. Abner se enemistó con él y buscó al hijo de Isaí para darle el reino, pero Joab lo mató traicioneramente.

Para David, las muertes de Abner y Amasa fueron actos pecaminosos cometidos contra sí mismo, ya que Abner quería devolverle el reino que era suyo por decisión del Señor, mucho antes de que Saúl muriera (1 Reyes 20.10ss). Entre líneas, David estaba advirtiendo a Salomón que practicara la justicia contra Joab cuando llegara a ser rey, porque esos dos crímenes no podían quedar impunes. Debemos tener cuidado con lo que hacemos contra las personas. ¡Dios juzga!

El Salvador advirtió: «Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, darán cuenta en el día del Juicio» (S. Mateo 12.36). Si amamos al Señor y Su posición como Soberano sobre la Iglesia y nuestras vidas, nunca podemos usar nuestra autoridad ministerial para pasar por alto el error de alguien. No reprender a alguien culpable de un mal acto es colaborar con el diablo y sus demonios en su obra de destrucción. La reprensión puede salvar una vida (Proverbios 19.18).

El crimen de Joab debía ser juzgado; después de todo, la Palabra del Señor lo prohibía en Israel (Éxodo 20.13). No se debe tolerar el pecado deliberado por motivos personales e inútiles, y quien lo encubre es igualmente culpable. ¡Tema a Dios y viva bien!

¡Cuidado con el adulterio! Si comete este pecado, nunca será considerado inocente. Respetar el hogar del prójimo es lo mínimo que se puede hacer, porque fue Dios quien unió a la pareja (S. Mateo 19.6). Los que engañan no se salvarán si no se arrepienten. ¡Arréglese con el Señor mientras esté a tiempo!

 

        En Cristo, con amor,

 

        R. R. Soares


La Oración de Hoy

Dios, ¡nuestra Justicia! No queremos llevar el pecado en nuestras vidas, sino entregarte el señorío, para que nos utilices y nos prepares para la vida eterna. ¿Cómo podemos acercarnos a Ti si escondemos en nuestro interior actos que nos impedirán entrar en el cielo? ¡Ayúdanos, Padre!

Joab se dejó llevar por los celos y, como un abismo que llama a otro, practicó lo prohibido y se convirtió en reo. Los que han caído en pecado están orando ahora, implorando Tu ayuda. Señor, ¡dales el don del arrepentimiento y de la salvación!

Guarda a los que una vez estuvieron a punto de transgredir, pero escucharon Tu voz, volvieron y quedaron libres. Ten piedad de los que han caído y no han confesado sus errores, por lo que se encaminan al sufrimiento eterno. ¡Libera a los perdidos, Padre!