UN PUEBLO NUEVO

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2025-07-22 03:00:00
Y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
Efesios 2.16
Antes de que Jesús viniera al mundo, había dos pueblos enemistados: los judíos y los gentiles. Nosotros, que no descendemos de Abraham por sangre, estábamos en el grupo de los gentiles. Hoy, sin embargo, ya no existe esta separación ante el Señor, porque Cristo vino para que todo hombre naciera de nuevo en Él: «Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación.» (Efesios 2.14).
Tanto los gentiles como los judíos necesitan aprender que Jesús vino a restaurar la comunión del hombre con Dios mediante la conversión al Evangelio. Así, estos dos pueblos han llegado a ser iguales en Cristo. Durante siglos, los hijos de Ismael e Isaac han estado luchando por algo que no es la voluntad del Señor. Como resultado, mueren inocentes que ni siquiera han empezado a vivir, y lo que es peor, sin salvación.
La Iglesia fracasa cuando no se esfuerza lo suficiente por anunciar al mundo la Buena Nueva de lo que Jesús ha hecho en favor de todos, y entonces el odio aumenta. No podemos dejar que otros hagan el trabajo, porque Dios nos pedirá cuentas de la tarea que nos ha encomendado: Y les dijo: —Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado. (San Marcos 16.15-16).
El Señor tenía propósitos más amplios que dar la salvación a los que creían en Cristo; después de todo, Sus sentimientos son perfectos. Desafortunadamente, el hombre caído no comprendió cómo debía actuar. Aboliendo en su carne las enemistades (la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas), para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, (Efesios 2.15). Él no ha cambiado Su plan, ¿así que hagamos nuestra parte?
Como cristiano renacido, no puede desear la muerte a nadie. Ahora, ¿cómo puede hacer el trabajo si el mundo está dividido en facciones religiosas? Esta es una de las misiones del Espíritu Santo: «Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.» (S. Juan 16.8). Así que es tiempo de que el Espíritu Santo nos use para ministrar la Buena Nueva a la gente, y Él convencerá a todos de la Verdad.
Antes de que Cristo regrese, el mundo llegará a conocer el verdadero poder de Dios, que arrasará todas las naciones, convenciendo a los perdidos de su necesidad de nacer de nuevo. Así, veremos a judíos predicando la Palabra a los árabes, y éstos se regocijarán en la semilla de la fe en Cristo. Esto no es una utopía, sino la verdad que todos necesitan creer. Sin el nuevo nacimiento, nadie entrará en el Reino eterno del Padre.
La revelación que el Espíritu de Dios dio a Pablo es matar la enemistad. Esta dejará de existir con la unción que será derramada sobre el mundo. Será el avivamiento más grande de todos los tiempos. Aquellos que estén vivos en esos días también se consagraran, buscando el aceite para el día D, que vendrá cuando nadie este esperando. Sin el Aceite Santo, no entrará en la Gloria del Padre (S. Mateo 25.1-13).
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios de la amistad! Tu corazón de Padre no puede estar contento con aquellos que, habiendo procedido de Ti, no Te temen y albergan odio hacia sus hermanos. ¿Acaso han olvidado que todos ellos proceden de Adán y Noé?
Este sentimiento destructivo no vino de Ti, y Jesús ciertamente ya ha pagado el precio por ello, derramando Su sangre para la remisión de los pecados. Te pedimos que el mundo entero se incline para escucharte y reconozca que Tú eres el único Señor. ¡Ayúdanos, Padre!
Esperamos el regreso de Cristo, que sucederá cuando el Evangelio predicado por Él haya sido anunciado a todos, con signos y prodigios. Entonces nadie podrá negarse a creer en Ti, porque las abundantes pruebas les convencerán. ¡Amén!