UNA GRAN MULTITUD

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2025-11-15 03:00:00

Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él, sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo, el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando.


San Marcos 10.46

El Padre escogió los lugares donde Jesús debía estar y Lo condujo para que realizara las obras que llevarían a la gente a la presencia divina. Cristo dijo que actuaba como veía a Su Padre actuar y hablaba conforme a su orientación (S. Juan 5.19). Ahora bien, si permitimos que el Espíritu Santo nos use, veremos más maravillas entre nosotros (S. Juan 14.12). Quienes se entregan completamente a Dios son utilizados para ayudar a la gente a entrar por la puerta angosta (Mateo 7.13-14).

Aquellos fueron días de un gran trabajo, pero, como siempre, el Maestro siguió el ejemplo del Padre. Era importante para el Creador que el Hijo fuera un modelo para quienes quisieran tener éxito en la fe: Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de modo que vosotros os admiréis. (S. Juan 5.20). ¡Imiten al Señor!

Jesús dedicó mucho tiempo a instruir a Sus discípulos y a mostrarles a quienes aún no entendían la Verdad, la necesidad de aplicar Sus enseñanzas para no actuar conforme a la carne. Hoy, esas mismas lecciones nos son valiosas, ya que vivimos en tiempos difíciles donde muchos solo se preocupan por obtener más dinero y placer. No entramos en el Reino del Hijo de Dios para llenarnos de carnalidad y vivir como si todo terminara con nuestra muerte (Gálatas 5.19-21).

No sabemos cuántos días permanecieron Cristo y Sus discípulos en Jericó; lo cierto es que el número de personas que seguían al Salvador aumentó significativamente. Sin embargo, tras salir de allí, además de los discípulos, que no lo abandonarían por nada, muchos decidieron acompañarlo. Jesús continuó Su obra. En esa ciudad, fue a casa de Zaqueo, el recaudador de impuestos, quien le abrió su corazón y confesó que, si hubiera tomado algo para sí, habría cumplido con la Ley de Moisés (Éxodo 22.1). Zaqueo y su familia fueron salvos (Lucas 19.9-10).

Cuando el Maestro salió de la ciudad rumbo a Jerusalén, donde lo arrestarían y moriría, un mendigo ciego preguntó por qué pasaba tanta gente, y le dijeron que seguían a Jesús. Estas personas ahora formaban una gran multitud, porque muchos se deleitaban al caminar junto al Salvador y ver las maravillas que había en la vida de todos. ¿Por qué obraba tan poderosamente la mano de Dios en aquellos días? ¡Imagínense!

Había un ciego que vivía de limosnas. Se llamaba Bartimeo, hijo de Timeo, que sentado, pedía ayuda para sobrevivir. Cuando Bartimeo supo el motivo por el que tanta gente seguía al Señor, empezó a implorar misericordia y ayuda. Al principio, parecía que el Maestro no le hacía caso. Como Jesús se alejaba de Bartimeo, este clamó aún más fuerte. ¡Fue el momento decisivo!

El grito del ciego hizo que el Maestro se detuviera y lo llamara. Algunos le ordenaron que no molestara a Jesús, pero el Señor le dijo que se levantara y tuviera ánimo, porque lo estaba llamando. Al ser llamado a la presencia del Señor, Bartimeo fue sanado y recibió instrucciones sobre qué hacer (S. Marcos 10.47-52).

 

 

En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares

La Oración de Hoy

¡Dios de la buena respuesta! ¡Qué alegría sintió aquel hombre cuando le dijeron que el Maestro lo llamaba! Bartimeo sintió que sanaría de su ceguera física y espiritual, y, por lo tanto, ya no mendigaría junto al camino. ¡Sabía que Tu Hijo lo sanaría!

Quienes son llamados por Ti tendrán éxito en sus peticiones cuando Tu luz ilumine sus almas. Así, se convertirán en discípulos del Maestro de maravillas. Te rogamos que sanes a los enfermos y que estos exalten Tu santo Nombre.

Bartimeo ya no mendigaría ni se quedaría junto al camino, sino que, con Tu ayuda, sería Tu siervo y ayudaría a los demás, hablando de Ti con amor y poder. Quien Te ama será salvo por el mismo Salvador y será feliz para siempre. ¡Enséñanos a amarte de verdad!