VENTAJA DE SER JUSTO
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2025-11-23 03:00:00
Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni a su descendencia que mendigue pan.
Salmo 37.25
Dios cumplirá las promesas anunciadas en Su Palabra. Una de ellas es nunca dejar desamparados a los justos. El diablo ha difundido mentiras de que el Señor, a veces, abandona a los Suyos, y hay quienes le creen y entristecen a otros con esta farsa. Sin embargo, todos los justos deben confiar en el Señor y rechazar las palabras del padre de la mentira (S. Juan 8.44). La verdad es que los justos, aun en medio de dificultades y tentaciones, nunca serán abandonados por Dios.
El rey David vivió 70 años y reinó 40 en Jerusalén, pero desde antes de llegar al trono de Israel hasta el fin de su reinado, nunca le falta nada a los que confiaron en Dios, ni a sus descendientes. Hay dignidad para quienes actúan con piedad y practican la justicia. El Altísimo nunca olvida a quienes viven bajo Su sombra (Salmo 91.1). ¡Él es fiel!
Cuando el Señor iba a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra y sus aldeas alrededor, Abraham preguntó si las destruiría si hubiera cincuenta justos allí, y Dios dijo que no (Génesis 18.23-33). El patriarca redujo gradualmente el número a 45, 40, 30, 20 y 10 justos, y Dios reveló que no los destruiría si se encontraba esa cantidad de justos en ese lugar. Pero, desafortunadamente, no se encontraron ni diez justos. ¡Qué lástima! Lot se había mudado a Sodoma y no influyó en nadie para que practicara la justicia.
A veces, los cristianos se enojan por ciertas cosas malas que suceden en su país sin que nadie pueda explicar la razón, pero lo cierto es que nadie se tomó la molestia de preguntarle al Señor si esa calamidad podría haberse evitado si hubiera habido justos allí. Ahora bien, una sola persona justa viviendo allí habría sido suficiente para evitar el juicio de Dios. Por otro lado, muchas personas aún no han aprendido a respetar las advertencias divinas, ¡aunque se les considere justas!
Es bueno envejecer como siervo de Dios, porque si vive sin ver una sola derrota en quienes practican Su Palabra, mostrándole al mundo lo mejor que es estar en la compañía del Señor en vez de vivir con la incertidumbre del futuro. Quienes sirven al Altísimo saben que Él los protege en todo momento. Jesús le dijo al Padre que de los que le fueron entregados, ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición (S. Juan 17.12). ¡Qué gloria!
Según el Señor Jesús, no hubo pérdida de los Suyos, porque los guardó en el nombre de Dios (S. Juan 17.11). Por eso, siempre debemos estar atentos cuando uno de nuestros hijos naturales o espirituales esté en peligro; después de todo, las Escrituras a nuestro respecto deben cumplirse. Los justos tienen al ángel del Señor a su alrededor para darles la seguridad que necesitan: El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen y los libra (Salmo 34.7). ¡Crea, ore y vele!
No importa cuál sea el ataque del enemigo ni lo invencible que parezca, la Palabra de Dios dice que hay un ángel acampando a su alrededor; esto es cierto si usted es justo. El mensajero del Señor le librará de cualquier ataque del reino de las tinieblas. Manténgase firme en su fe y siga resistiendo hasta la victoria, porque si es necesario, Dios enviará más recursos (Daniel 10.12).
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios, nuestro Guardián! Si nos guardas como prometiste, ¿por qué debemos temer o cambiar la fe por el temor, si el temor no proviene de Ti? Nunca dejaremos de servirte ni de hacer Tu voluntad; al contrario, ¡caminaremos firmes en la fe con la frente en alto!
Nos inclinaremos solo ante Ti y marcharemos con alegría hacia la victoria completa. El enemigo tendrá que inclinarse ante nuestra orden en Tu Nombre. Para nosotros, la Palabra de Tu Hijo, quien nos ha dado poder para luchar y derrotar al maligno, ¡es suficiente!
Queremos seguir siendo justos; por ello, ningún problema nos desafiará ni nos vencerá; sino que todos serán derrotados, y ninguno de nuestros hijos, tanto naturales como de la fe, mendigará el Pan de Vida que nos diste, para hacernos más que vencedores en Cristo Jesús (Romanos 8.37).
