VIVO POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS

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2024-01-22 03:00:00

El que vive. Estuve muerto, pero vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.


Apocalipsis 1.18

Después de leer que el Señor dijo a Juan que es el Primero y el Último, llegamos a la conclusión lógica de que no nos falta nada. Entonces, ¿por qué temer al mañana si Cristo es el principio y el fin de todo? No se deje engañar por el maligno, sino fortalézcase en la fe del Hijo de Dios, que vino a la Tierra para librarnos de la condenación eterna y de la esclavitud en la región de las tinieblas y hacer de nosotros la luz del mundo (1 Tesalonicenses 1.10; Colosenses 1.13; Hebreos 2.14; Filipenses 2.15). ¡Usted debe ocupar su lugar en Jesús y reinar en vida!

El Creador hizo todas las cosas sencillas, y es de esta manera sin complicaciones que transmite Su mensaje. La mayor revelación del Cielo viene de una manera fácil de entender, para que todos puedan realizar las mismas obras hechas por Él. El secreto es estar en Cristo, y Sus Palabras en nosotros, como Él declaró: Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho. (S. Juan 15.7). Con el Salvador, ¡tenemos algo que reivindicar

Jesús dijo: “El que vive. Estuve muerto, pero vivo por los siglos de los siglos.” Nadie más podría haber dicho eso. Él es la Vida, el Único que vive de verdad en el mundo, que era la casa de la muerte. Con la venida del Señor, nació la luz en las tinieblas, lo imposible se hizo posible, y la voluntad del maligno fracasó. Incluso ahora se cumplen los deseos de nuestro corazón: Abres tu mano y colmas de bendiciones a todo ser viviente. (Salmo 145.16). ¡Con Dios todo es diferente!

Jesús explica que estuvo muerto, lo que sabíamos en parte porque, como miembro de la Santísima Trinidad, la pregunta era: ¿cómo? El Padre dio a Su Único Hijo para que muriera en nuestro lugar, sacándonos de la región de las tinieblas de un modo tan perfecto que nadie sufrió nada. Arrestaron y condenaron al Salvador, pero no murió ninguno de Su grupo de discípulos. ¡Tampoco murió nadie en la liberación de Israel de Egipto!

Tras ser resucitado, Cristo vino con un cuerpo glorificado, porque era las primicias de entre los muertos, un ejemplo del tipo de cuerpo con el que resucitarán los muertos en Cristo (1 Corintios 15.20). El ya no necesitaba reclamar para que fuera aceptado como el Dios eterno, porque al completar la obra, se ganó el derecho de salvar a los que se acercan al Padre por medio de Él (Hebreos 7.25). Debemos aprender de la Palabra de Dios las lecciones que nos harán sabios para que ministremos la salvación a los perdidos. ¡Jesús es nuestra Gloria!

Cristo garantizó que, tras la resurrección de los justos, los que murieron salvados por Él saldrán primero de la tumba. Los vivos, en cambio, serán transformados para que habiten en el Cielo y reciban cuerpos glorificados (1 Tesalonicenses 4.16-17; 1 Corintios 15.51-52). No somos pobres desdichados, sino la generación elegida, el pueblo del Señor (1 Pedro 2.9-10). Iremos al mejor e incomparable Hogar. Allí no habrá dolor ni demonios.

Jesús terminó Su breve pero importante mensaje diciendo: "Y tengo las llaves de la muerte y del Hades". ¿Qué más necesitaría para que impidiera que el diablo salga cuando quiera o haga lo que le dé la gana? Hoy, el enemigo está derrotado y no volverá a levantar la cabeza. Crea en las palabras de Cristo y sea bendecido para siempre. ¡Dios ya ha preparado todo para recibirle!

 

En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Señor de la vida y de la muerte! Tu victoria sobre la muerte ha hecho que el mundo respire aliviado, pues el diablo, que tenía poder sobre nosotros, ha sido completamente derrotado. Ahora los cautivos de Satanás son liberados cuando aceptan la salvación en Jesús.

¡Qué buena noticia es escuchar que Tú tienes las llaves de la muerte y del Hades! Por lo tanto, Tú tienes el control de las actividades del reino de las tinieblas. Así que, si uno de los Tuyos es atacado por el maligno, Tú entrarás en la batalla y lo liberarás en el acto. ¡Te damos gracias por lo que has hecho por los perdidos!

Ya no tenemos miedo de confesar que venimos de Dios. Aunque el enemigo no quiera escucharlo, ya no podrá atacarnos. Resolvemos nuestros problemas cuando escuchamos Tu Palabra. Ahora somos Tuyos para siempre. ¡Así que suplicamos en favor de los perdidos!