Mucha gente salva parece no tener juicio, ya que provoca al Señor con actitudes similares a las de los incrédulos. Esto ocurrió cuando los israelitas vieron la gloria de Dios en las plagas lanzadas por Moisés sobre Egipto y en la separación del Mar Rojo (léase Éxodo 7 al 15). No hay excusa para quien niega la existencia de Dios, alegando que no existe un Creador de todas las cosas y Sustentador de su perfecto funcionamiento.

Siempre debemos examinarnos con la ayuda del Señor. Muchas personas que han caído en pecado podrían ser utilizadas por el Todopoderoso de maneras maravillosas. Sin embargo, lamentablemente ni siquiera quieren volver a Dios. ¿Por qué engañarse creyendo que el Todopoderoso, en el último momento, los liberará del tormento eterno? Arréglese con Él mientras esté en el camino (S. Mateo 5.25).

Cualquier individuo tiene el potencial de ser notorio, sin comprometerse con el diablo; después de todo, Dios es infinitamente mejor que el maligno para ayudar a alguien. Sin embargo, después del Juicio, el que sea enviado al lago de fuego y azufre nunca saldrá de allí (Apocalipsis 20.10). ¡Aquellos que están coqueteando con el pecado dentro de sus corazones deben convertirse y consagrarse al Señor ahora!

En todas las iglesias evangélicas hay siervos del Señor con quienes es gratificante hablar, porque traen un gozo sorprendente a sus corazones. Aunque algunos carecen de bienes materiales y no hay ningún problema con eso, viven como si no necesitaran nada. Estas personas son verdaderos testigos de Cristo, pues siempre informan lo que Dios hace por ellos y nunca reclaman de la vida. ¿Qué le falta, si Cristo es Su Señor? (Salmo 23.1).

Un gran ejemplo tenemos en el apóstol Pablo. Era varón instruido y famoso entre los vencedores del mundo, pero prefirió perderlo todo para ganar cosas mayores con el regreso de Cristo: Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. (Filipenses 3.8).

El versículo base de este mensaje habla de escuchar la voz de Dios. Algunos la han escuchado, pero se han rendido al diablo. No hay nada más especial que tener el placer de escuchar al Creador enseñándonos cómo actuar. Los que la escucharon y provocaron a Dios llorarán por ese error: ¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de su alma? (S. Mateo 16.26).

Todavía está a tiempo de emprender la acción más importante de su vida. Recuerde: donde usted se encuentre, no habrá vuelta atrás después de la muerte. ¡Esta es su mejor hora! ¿Por qué seguir en pecado si Jesús es el Camino a la vida eterna? (S. Juan 14.6). Vuelva a Dios, y Él le perdonará, le usará maravillosamente y le llevará a los Cielos de luz. Diga: «Volveré» (S. Lucas 15.11-24).

En Cristo, con amor,

R. R. Soares