CUANDO DIOS NOS ESCUCHA

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2025-02-01 03:00:00

Oye mi voz conforme a tu misericordia; Jehová, vivifícame conforme a tu justicia.


Salmo 119.149

El Autor de nuestra fe es el Espíritu Santo, quien nos guía en la Palabra de Dios, la Verdad (S. Juan 17.17). Por lo tanto, debemos estar bien con Dios. El ciego, mencionado en S. Juan 9, que fue sanado por Jesús y fue al estanque de Siloé a lavar el barro que el Maestro le había aplicado en los ojos, vio más que los judíos que lo interrogaron, porque dijo: Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ése oye. (S. Juan 9.31). ¡Crea y viva!      

           El Autor de nuestras oraciones debe ser el Espíritu Santo, porque así no perderemos la oportunidad de ser escuchados y atendidos por el Padre. Cuando hablamos de nosotros mismos, nos equiparamos a los pecadores, sin temor del Señor. Pero si estamos revestidos de la unción del Consolador, estaremos en la presencia de Dios, y lo que hablemos entrará en el Lugar Santísimo, donde el Altísimo juzga, y seremos bendecidos.        

El Todopoderoso quiere oír nuestra voz cuando declaramos las revelaciones de la Palabra, para bendecirnos y recompensarnos por creer en nuestro Pacto con Jesús. El apóstol Pablo habla de esto, citando al rey David: Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: «Creí, por lo cual hablé», nosotros también creemos, por lo cual también hablamos. (2 Corintios 4.13). Si usted cree que Jesús le sustituyó en la cruz, exija sus derechos (Isaías 53.1-11).

Dios escucha nuestra voz cuando hablamos según el Pacto que hizo con el hombre en la muerte de Cristo en la cruz. El Señor nos ha prometido: No olvidaré mi pacto ni mudaré lo que ha salido de mis labios. (Salmo 89.34). Si Él no olvida Su Pacto ni cambia lo que sale de Sus labios, ¿por qué habríamos de olvidarla nosotros? Es nuestra garantía de que se cumplirá en nosotros. ¡No acepte la tentación, la enfermedad o cualquier otro mal!

Orar sin referirse al juicio hecho en la muerte y resurrección de Jesús es como sacar agua del mar o del río con un colador: pura pérdida de tiempo y de esperanza. Por eso, cuando entre en la presencia del Padre para recibir alguna bendición, no lo haga llorando, como quien sufre mucho y no tiene la atención de nadie. Puede creer y disfrutar de todo lo que Jesús sufrió en su lugar. ¡Crea y viva libre!

        Dios nos escucha por Su esperanza misericordiosa, que le hizo dar a Su Hijo Unigénito para que muriera en nuestro lugar, pagando nuestra deuda con Él. El Señor quiere verle actuar creyendo en Sus promesas para su vida. De esta manera, será conforme al corazón de Dios: Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: “He hallado a David, hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.” (Hechos 13.22).

El Señor nos devuelve la vida mediante la vivificación que ha hecho en Jesús (1 Corintios 15.22). No podemos inventar nada que el Altísimo no haya dicho y reivindicarlo. Por lo tanto, hay que estar conectado a Su Palabra para ser bendecido (S. Juan 15.5). Entiéndalo: orar por orar es jugar con Dios, pero cuando sepa que algo le pertenece, aunque alguien le diga lo contrario, no crea esa mala palabra, porque Dios ya le ha garantizado Sus dones.

 

        En Cristo, con amor,

 

        R. R. Soares


La Oración de Hoy

       ¡Dios que nos escuchas! Es bueno conocer Tu deseo de cumplir Tus declaraciones en nuestro favor. Por eso queremos leer las Escrituras y aprender las cosas que son nuestras para realizarlas y disfrutarlas.

Se acabaron los sufrimientos y las dudas a la hora de apropiarnos de la bendición. Nunca más podremos tropezar en la vida. Hemos recibido de Ti la misma fe que le diste a Tu Hijo. Con ella, el Salvador hizo las obras que le mandaste. ¡Queremos hacer lo mismo! 

Te damos gracias por Tu bondad esperanzadora, o esperanza bondadosa. Somos Tus agentes en esta generación, como otros lo fueron en su tiempo. No permitas que perdamos la promesa de que seremos bendecidos si creemos en Tus revelaciones. ¡Amén!