DIOS TEN MISERICORDIA

COMPARTILHE
2025-03-16 03:00:00
Tu presencia he suplicado de todo corazón; ten misericordia de mí según tu palabra.
Salmo 119.58
Sin la venida del Hijo de Dios al mundo, las personas no podrían disfrutar de las bendiciones del Señor, porque el pecado no sería expiado (Romanos 6.23). Hoy sabemos que Jesús fue al Calvario por nosotros y derramó Su sangre para nuestra justificación. Así que, si caemos en pecado después de ser salvos, todo lo que tenemos que hacer es confesarlo y seremos perdonados, tendremos nuestros corazones limpios. ¡Dios perdona!
El salmista dice que imploró el favor de Dios de todo corazón. Hoy, quien sabe lo que dice la Biblia al respecto, cuando comete un error, debe confesarlo y pedir perdón. La Palabra dice: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 S. Juan 1.9) Pero si la persona peca deliberadamente, corre un riesgo terrible (Hebreos 10.26-31).
Si, al entrar en comunión con el Señor, una persona cae en tentación y se da cuenta de que ha pecado y se arrepiente, solo tiene que confesar su iniquidad y aceptar el perdón. De hecho, quien ha nacido de nuevo ni siquiera tolera ser tentado, y mucho menos cometer alguna iniquidad, porque su espíritu, recreado en Cristo, está vigilante para no ser alcanzado por los dardos del diablo, lanzados contra los que son fieles a Dios (S. Marcos 14.38). El Señor merece nuestro respeto y amor por lo que ha hecho por nosotros.
Hay una diferencia entre remordimiento y arrepentimiento. En el primero, la persona siente que no ha hecho lo correcto y lamenta lo que ha hecho, pero no tiene el valor de ir a la parte ofendida y contarle su error. En el segundo, la persona no solo se arrepiente, sino que también sufre por haber hecho daño a quienes confiaban en ella y busca un contacto sincero con la parte ofendida. Al fin y al cabo, no quiere seguir en manos del enemigo. Está segura de que necesita arrepentirse y confesar su transgresión para ser perdonada. ¡Dios es fiel!
Sin saber cómo proceder, el salmista clamó a Dios pidiendo misericordia. Esto puede entenderse como un acto de arrepentimiento. Al fin y al cabo, quien ha pecado se ha convertido en acusado ante el tribunal de Cristo. Sin embargo, si busca a la parte ofendida y hace las paces con ella, podrá confesarse y ser perdonado. Quien no perdona no será perdonado: Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. (S. Marcos 11.25).
El salmista sabía que la acción de Dios es conforme a Su Palabra, por eso en su oración pedía misericordia como dicen las Escrituras. Conozca lo que dice el Señor y se sentirá libre para clamar y recibir la respuesta. Lo que el hombre necesita ya está escrito en la Biblia, que es inmutable: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. (S. Marcos 13.1). ¡Arréglese con el Señor y cumpla Su Palabra! Hoy no necesitamos pedir la misericordia de Dios porque, sabiendo lo que hay que hacer para obtener Su favor, basta con obedecerle (Salmo 119.105). El Padre nunca dejará de amarnos, pero si no correspondemos a Su amor, quedaremos apartados de su acción protectora. ¡Hacer Su voluntad es la mejor manera de vivir bien!
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Señor, nuestro Padre! Te agradecemos que nos enseñes a vivir dentro de Tu voluntad claramente revelada en la Palabra. Aun así, necesitamos aprender a que Tu amor actúe en nosotros, amándote también a Ti.
El salmista suplicó misericordia, porque no quería vivir lejos de Ti, sin conocer Tu gracia. Imploró Tu buen favor. Cuando recibimos a Jesús como Salvador y Señor, recibimos el poder de ser hechos hijos Tuyos. ¡Gracias por esta gracia!
Te damos gracias por darnos a conocer lo que los reyes y sacerdotes de los tiempos bíblicos nunca supieron. Hoy, conociendo Tu modo de obrar, podemos evangelizar a los perdidos y conducirlos a Tu Reino de amor. Cuando Te vean hacer maravillas, ¡se inclinarán y Te aceptarán!