Muchos cristianos no aprovechan las lecciones enseñadas por Dios. Él espera que Sus criaturas, a las que ha dado el dominio sobre Sus obras, sigan Sus órdenes: Los bendijo Dios y les dijo: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.» (Génesis 1.28). Habiendo sido enseñado en el camino de la sabiduría, ¿por qué buscar otro?

Imaginemos al Creador declarando que nos ha dado toda la sabiduría para cumplir Su primera orden: ¡fructificar, multiplicar, llenar la tierra y someterla! Ahora, domine sobre todo excepto sobre Él y Su Reino. En el versículo que estamos estudiando, está escrito que Dios nos hizo andar por veredas derechas, pero el hombre se desvió y ya no puede andar por ellas, sin embargo, cuando se convierta, ¡sí podrá!

No se puede comparar el entendimiento de Dios con el del hombre. Aunque hubiera personas de gran conocimiento, no podrían acercarse al conocimiento de Dios. Él lo sabe todo hasta el más mínimo detalle. Lo bueno es que nos ha revelado a través de las Escrituras lo que necesitamos, y el Espíritu Santo nos lo enseña todo: Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho (S. Juan 14.26).

Dios no solo posee la sabiduría, sino que es la Sabiduría misma. Por eso debemos dedicarnos a leer la Biblia con asiduidad y con el corazón abierto. Así, habiendo aprendido del Señor, puede decirse que, en la revelación recibida de Él, nos convertimos en maestros (1 Corintios 1.5-8). Cuando Dios abre nuestro entendimiento a alguna parte de la Escritura, nos hace capaces de transmitir la lección a quienes necesitan tal bendición. ¡Ser erigido en autoridad sobre el mal es una gran responsabilidad!

El Altísimo dice que nos enseña en el camino de la sabiduría; por eso, lo que aprendemos de Él es lo mejor que podemos recibir para hacernos victoriosos en todos los sentidos. Porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis. (S. Juan 13.15). Tal deber pesa sobre nosotros después de haber sido iluminados por el Espíritu Santo según la Palabra. Él otorga Sus bendiciones al mundo a través de aquellos a quienes llama y unge. ¡Comprométase con la obra de Dios!

Además de instruirnos, Dios nos hace andar por las veredas derechas. Así que nunca tema a las mentiras del diablo. Al fin y al cabo, lo que aprende del Señor es la respuesta a los problemas y necesidades que usted y los demás afrontan o afrontarán pronto. Somos siervos y administradores de los dones del Padre celestial para nuestra generación. Es maravilloso agradar al Señor, con la certeza de que nuestra entrada en Su Reino está destinada a realizar algo en este momento. ¡Cuide su talento!

Lo que hacemos a diario, así como lo que planeamos, puede traer alegría o tristeza al Todopoderoso. Tenemos que permanecer despiertos para no dejar que el maligno traiga su mentira; si eso ocurre, pobres de nosotros; estaremos perdidos. El Altísimo nos ha encomendado tareas que realizar. Para ello, ¡nos ha enseñado a andar por el camino de la sabiduría!

        En Cristo, con amor,

        R. R. Soares