HIERBA VENENOSA Y AJENJO

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2024-05-23 03:00:00

No sea que haya entre ustedes hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy del SEÑOR nuestro Dios para ir a rendir culto a los dioses de aquellas naciones. No sea que haya entre ustedes una raíz que produzca una hierba venenosa y ajenjo.


Deuteronomio 29.18 (RVA-2015)

Moisés fue utilizado para enseñarnos cómo debemos proceder en nuestra vida cotidiana y qué debemos evitar para permanecer en el Pacto del Señor, que abarca todos los ámbitos de nuestra vida. El Pacto estaba destinado a los que estaban en aquella multitud ante Dios y a los que aún no estaban presentes. Por eso entendemos que el Pacto abarcaría a los que vinieron después de aquella generación y a los que la siguieron, incluidos nosotros hoy.

Al entregarse a las prácticas de los impíos, que no amaban al Señor sino a los falsos dioses, los rebeldes permitieron que una raíz produjera todo tipo de hierba venenosa y ajenjo, capaces de llevar al hombre a cometer atrocidades. Por eso suceden casos de infidelidad matrimonial, homosexualidad, drogadicción y todo tipo de errores. Los que cierran los ojos a las advertencias del Altísimo se vuelven débiles y susceptibles al pecado y pagan el precio (Romanos 1.21-32).

El Señor estaba advirtiendo a Su pueblo de algo muy grave a lo que debemos prestar atención. Se dirigió a Caín cuando lo vio con el semblante decaído. ¿Por qué estaba así? Porque su ofrenda fue rechazada, pero la de Abel fue aceptada. Abel era justo y no dio su ofrenda para que Caín fuera despreciado, pero su ofrenda sí lo fue. Dios le dijo: Si hicieras lo bueno, ¿no serías enaltecido?; pero si no lo haces, el pecado está a la puerta, acechando. Con todo, tú lo dominarás (Génesis 4.7).

El error de Caín fue que eligió cualquier cosa para entregarle a Dios. Lo que se le da al Altísimo debe ser lo mejor. Aunque el coste sea alto, lo correcto es obedecerle. Incluso en el acto de dar, debemos tener la dirección del Señor, para que actuemos de la manera correcta. Sin duda, lo que ofrecemos al Padre, después de recibir Su orientación, nunca generará una pérdida, sino una semilla capaz de producir más de lo que sembramos (2 Corintios 9.6-13).

        La Palabra declara que Caín actuó así porque era del maligno (1 S. Juan 3.12). Había cosas en el corazón del primogénito de Adán que había que quitarle para que no fuera el primer asesino del mundo. Los que pertenecen a Dios siempre tratan de hacer lo mejor, y por eso tienen fuerzas para no caer en las redes de Satanás. A los que sirven de corazón al Altísimo, no les faltará la ayuda divina en la hora de la tentación (Salmo 91). Caín ya había rechazado otras oportunidades de librarse de la maldad.

Moisés les recordó que habían vivido en Egipto, donde no se conocía al Señor y quien era venerado era el jefe de la mentira, con sus magos y hechiceros. Donde sucede eso, el diablo manda y todo lo malo sucede. Cuando se consagre a Dios, pídale perdón por no haber creído o por haberse olvidado de las prácticas de las buenas obras y de la cooperación mutua (lea Hebreos 13 y 16).

Tenemos que hacer todo lo posible para agradar a Dios, sin mentirle cuando nos manda dar ofrendas, amar a los más débiles y obedecer Sus mandamientos. Si el Padre nos dice algo, será una bendición para nuestras vidas. Nadie crecerá si no coopera con el Señor. ¡Que Él le ayude a vencer!

 

En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares


La Oración de Hoy

     ¡Dios, nuestro Amigo! El hombre pide prosperidad, pero deja Tu casa desamparada, sin querer saber cómo debe actuar para cooperar Contigo. Se muestra como una persona impoluta, pero en su interior hay desconfianza y maldad. ¡Misericordia, Padre!

Caín no se dejó guiar por Tu ayuda, sino que tomó el peor camino y se entregó al demonio. Nosotros queremos formar parte de Tu Pacto, y nunca cederemos ante el enemigo, sino ante Ti. Permítenos conocerte cada vez más, para que podamos mejorar nuestras obras.

        Hoy es el día de reconciliarnos Contigo, por eso confesamos nuestros errores y Te pedimos perdón y purificación de toda inmundicia. ¡Somos Tuyos de todo corazón! Te damos gracias por hacernos partícipes del Nuevo Pacto hecho en la sangre de Jesús. ¡Amén!