INDUCIDOS A MENTIR

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2024-07-27 03:00:00

Habló Nabucodonosor y les dijo: —¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios ni adoráis la estatua de oro que he levantado?


Daniel 3.14

La sagacidad de un hombre sin Jesús, aunque congregue o dirija una iglesia, es muy peligrosa y engaña a mucha gente. No fue en vano que Nabucodonosor llegó a ser rey de Babilonia. Algunas personas utilizan diversos medios para ser lo que Dios no les ha llamado a ser, y al hacerlo distorsionan la obra de Dios e impiden la salvación de los que se dirigen hacia el Infierno.

El rey babilónico parecía omnipotente porque siempre conseguía lo que quería. Su objetivo era beneficiarse a sí mismo. Así que, siendo una autoridad, haría cualquier cosa para que se cumplieran sus deseos. ¡Nabucodonosor quería ser adorado como un dios! ¡Pobre vida! Ni siquiera se daba cuenta de lo que hacía. Para que reconociera su error, Dios lo dejó vivir en medio del bosque. Aquel rey empezó a vivir con animales salvajes, a comer hierba y a parecer un monstruo (Daniel 4.29-33). ¡Vivir en la desobediencia tiene terribles consecuencias!

Cuando el ego del altivo rey era lo suficientemente alto, rodeado de aduladores y guiado por el diablo, mandó erigir una estatua de sí mismo, toda de oro, para ser venerado. No faltaban especialistas para esta empresa. Así que se fijó el día de la solemnidad. Acudieron los que ocupaban cargos en el reino, vestidos con ropas extravagantes, dispuestos a llegar al límite de la irracionalidad y adorar la obra de manos de hombres. ¡Aquel monarca estaba realizado!

Durante la consagración de la estatua, al son de la música, todos tuvieron que postrarse y, en voz alta, decir al unísono: “¡Grande es nuestro rey, Nabucodonosor!”. Como alguien fuera de control, el rey se envanecía por aquel culto al diablo, y hasta el propio enemigo se reía. Había miles de personas, o tal vez millones, mientras la ceremonia se desarrollaba por todo el reino. Se rendía homenaje al pobre infeliz que se creía un dios. Solo los jóvenes hebreos no cumplían este ritual, ¡porque solo se inclinaban ante el Dios verdadero!

El rey amaba a estos jóvenes porque tenían talento y eran fieles al Señor. Sin embargo, cuando escuchó que ninguno de ellos se había postrado, la furia de un dios mentiroso surgió en su corazón, y ordenó que los llevaran ante él. Esta sería una gran prueba para los siervos tomados de Judá. Cuando los vio, Nabucodonosor utilizó una estrategia inherente a los más astutos: les preguntó si no se habían inclinado a propósito. La respuesta fue sincera y definitiva, ¡y provocó la ira de aquel líder!

Los jóvenes pasarían la última “prueba” para que fueran aprobados por el Señor. Miraron fijamente al rey y se negaron a actuar contra el Dios verdadero. Enfurecido, el rey ordenó que se volviera a tocar la música. Si no se rindieran a la adoración de la estatua de oro, serían arrojados al horno, que se calentó siete veces más de lo habitual. Ante esta amenaza, los jóvenes declararon: Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librará. (Daniel 3.17).

Los siervos de Dios continuaron: Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. (Daniel 3.18). Fueron arrojados al fuego con toda la furia del rey, pero Dios les hizo compañía, y no sufrieron nada. Quien se inclina ante otros dioses acaba quemado. Como no mintieron, fueron librados. ¡Sean sinceros!

 

En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Amado Señor! No podemos usar mentiras, porque nos alejan de Ti, y eso nunca puede suceder. Líbranos de la traición, porque queremos ser recibidos por Ti en el arrebatamiento. ¡Gracias por Tu promesa de no abandonarnos!

Tenemos que rechazar la astucia de los hombres malvados, porque quieren satisfacer la carne y, por extensión, el deseo del maligno. El oro y la plata no pueden comprarnos. Ya Te hemos aceptado y nunca dejaremos de servirte y amarte. ¡Ayúdanos en nuestra debilidad!

Somos Tuyos de todo corazón y, ante Ti, decimos que necesitamos conocernos en Ti. De este modo, Tu obra se realizará plenamente. ¡Gracias por hacernos Tus siervos!