LA CIUDAD FORTIFICADA DEL RICO

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2025-06-03 03:00:00
Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; como un muro defensivo se las imagina.
Proverbios 18.11
Las enseñanzas que recibimos en la vida son como las riquezas que acumulamos, que nos hacen ricos, ya sea por cosas buenas o malas. Por eso es necesario comprobar lo que acumulamos. Mire, su riqueza puede ser productiva o no, y eso marcará la diferencia. Si produce malos frutos, no habrá esperanza para los que vivan a su lado, porque compartirán sus problemas. ¡Sea sabio y vivirá al más alto nivel!
Si su riqueza produce resultados positivos, disfrutará de las bendiciones. Lo principal es estar en comunión con el Señor. Entonces su felicidad será completa e interminable. Para ello, rechace las ofertas del reino de las tinieblas que el enemigo intentará poner en su camino, porque le quitarán la paz. Manténgase abierto a las oportunidades que Dios le muestre.
Si su ciudad fortificada está hecha de buenas obras, será bendecido, y el Señor le ayudará a salir de cualquier adversidad. Al fin y al cabo, Él sabe reconocer a los que le aman y los ama también: Respondió Jesús y le dijo: —El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él. (S. Juan 14.23). Quien siembra el bien, cosecha el bien (Gálatas 6.9).
Quien se ha enriquecido sin ayudar a los necesitados, o ha obtenido bienes deshonestamente, y aún se jacta de no creer en el Señor, tendrá continuamente problemas con su riqueza. Sin embargo, la Palabra muestra un ejemplo distinto: Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada «la Italiana», piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba siempre a Dios. (Hechos 10.1-2). ¡El trabajo de Cornelio lo hizo sobresalir!
Por ser una buena persona, que ayudaba a los necesitados y buscaba al Señor, Cornelio recibió la visita del ángel, que le comunicó la buena noticia: Él, mirándolo fijamente, y atemorizado, dijo: —¿Qué es, Señor? Le dijo: —Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. (Hechos 10.4). El Señor ama a los fieles y les recompensa con la salvación. A este hombre se le dijo que llamara a Pedro, para que pudiera ser evangelizado y salvado (vv. 5-6).
En la imaginación del rico sin Dios, su riqueza es su ciudad fortificada, indestructible y fuera del alcance de las fuerzas del mal. Incluso piensa que está rodeada de altos muros. Esto no es cierto, porque los seres malvados entran en ella y la atormentan. Los justos ven que ocurre lo contrario, porque están protegidos por Dios, que dice: No te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada (Salmo 91.10).
Decida quién será aquí y en la eternidad. Su elección es fundamental para el futuro. Entréguese al Creador y viva bien. ¿Acaso el mundo surgió de la nada? No confíe su felicidad eterna a ninguna religión ni a lo que digan algunos locos. Póstrese ante el Señor y verá que es fiel.
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Amado Dios! ¡Qué felices somos de que seas nuestra Ciudad fortificada y nuestra Riqueza gloriosa! Porque nos mantenemos firmes en Tu Palabra, nunca seremos confundidos ni derribados, sino guardados continuamente.
Prometiste no dejarnos ni abandonarnos jamás, por lo que vivimos tranquilos y tenemos éxito en todo lo que nos proponemos. Ningún mal caerá sobre nosotros ni sobre nuestra familia, ¡y seremos admitidos en Tu Reino!
Tú nos proteges, pues eres el fuego consumidor que nos rodea. Aunque el enemigo venga con todas sus fuerzas, Tú estarás a nuestro lado para protegernos hasta el final. Padre, ¡Te agradecemos que nos hayas llamado para estar a Tu lado!