LA ENTREGA DEL REINO DE JUDÁ

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2025-05-05 03:00:00
Después, dice Jehová, entregaré a Sedequías, rey de Judá, a sus criados, al pueblo y a los que queden de la pestilencia, de la espada y del hambre en la ciudad, en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, en mano de sus enemigos y de los que buscan sus vidas. Él los herirá a filo de espada; no los perdonará, ni tendrá piedad de ellos ni mostrará por ellos compasión.”
Jeremías 21.7
Los habitantes del reino de Judá no aprendieron con la destrucción de Samaria, la parte que se había separado de ellos más de 300 años antes. Ellos actuaron como este reino y como consecuencia serían enviados al cautiverio babilónico. Sin embargo, primero sufrirían lo suficiente para saber por qué no fueron perdonados. Muchos dicen que son cristianos, pero siguen pecando. Si no se arrepienten, terminarán en el lago del tormento eterno. Es necesario nacer de nuevo para entrar al Cielo (S. Juan 3).
Los castigos comenzaron a afligirlos de una manera pesada e increíble. Aunque habían recibido la advertencia divina de que serían enviados a Babilonia, donde enfrentarían dificultades muy graves, no cambiaron su conducta. De esta manera quedarían entregados a manos de sus enemigos. Las autoridades y el pueblo estaban completamente desorientados, hasta que llegó el mal momento y tuvieron que obedecer a los nuevos señores, marchando hacia la esclavitud.
La peste mató a muchos, pero los hebreos no creyeron que sus transgresiones habían sido responsables del sufrimiento y ni siquiera pensaron en regresar a Dios. Después de la peste vino la guerra, y la espada mató a otra parte de ellos. Sin embargo, no se preocuparon en buscar en las Escrituras para saber cómo debían proceder. Así pues, los herederos de la promesa fueron entregados a su señor, quien los mantuvo cautivos durante 70 años con mano de hierro.
Finalmente llegó la hambruna, y aun viendo a su pueblo morir de hambre, no recordaron las advertencias celestiales. Y como no se arrepintieron, continuaron sufriendo. Un panorama similar se observa en nuestros días. Incluso las familias que perdieron miembros por la pandemia de COVID-19 han olvidado lo que sufrieron. ¡Las balas perdidas y la violencia ya no les asustan y permanecen lejos de Dios!
Judá no se acordó del pacto del Señor con David, que decía que si los hijos del amado rey, un varón conforme al corazón de Dios, dejaran de seguir al Altísimo, no serían protegidos. Serían entregados a Nabucodonosor, gobernante de Babilonia. A manos de sus adversarios sufrirían los peores castigos. Ahora bien, quien ha aceptado a Jesús y le ha servido con amor y dedicación, jamás debe ceder ante las amenazas del maligno. ¡Dios es fiel!
Los rebeldes serían heridos por la espada sin posibilidad de salvarse y no podrían obtener misericordia de nadie. Así actúa el mundo, que hoy solo piensa en los placeres carnales, en obtener ventajas y acumular riquezas de forma honesta o recurriendo a la corrupción y al robo.
El Señor nos pedirá cuentas por nuestras acciones. Desafortunadamente, muchos se benefician de la deshonestidad y cometen maldades contra los inocentes. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala (Eclesiastés 12.14). ¡El país es rico y la riqueza necesita estar bien distribuida!
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios, justo Juez! Es triste ver a personas que deberían dar buen ejemplo desviar recursos hacia sus deseos personales. ¡El pueblo de Judá no vio su propio error cuando fomentó la adoración de ídolos en detrimento de la Verdad!
Sus habitantes sufrieron peste, espada y hambre a manos de Nabucodonosor y su pueblo. De esta manera se hicieron merecedores del castigo anunciado. Padre, Tú nos enseñas a tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran. ¡Pedimos misericordia!
No solo queremos ser perdonados, sino también transformados en Tus hijos fieles. Tú nos ayudarás a hacer Tu voluntad y Te serviremos con todo nuestro corazón, mente y fuerzas, como enseñan las Escrituras. ¡Tú eres nuestro ejemplo!