LA ORACIÓN DE UN JUSTO

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2024-12-11 03:00:00

No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos, ni los que me odian sin causa guiñen el ojo.


Salmo 35.19

El versículo estudiado nos da un ejemplo de fe en Dios, mostrando que no hay nada oculto que no vaya a ser revelado (S. Marcos 4.22). Por esta razón, se advierte a la Iglesia de Cristo que sus enemigos no se alegrarán de ella sin motivo. Así pues, corresponde a los siervos de Dios santificarse, o verán cómo el reino de las tinieblas utiliza a la gente para reírse de la Palabra del Señor. Estos adversarios solo se burlarán si hay motivo para ello. ¡Tenga cuidado!

Cuando examinamos la historia desde que se fundó la Iglesia en Jerusalén, vemos que algunos de sus dirigentes fueron perversos, la convirtieron en un imperio y, con la mayor falta de escrúpulos, mataron a inocentes y torturaron a miles de personas para inculcar su voluntad. Ahora, si fueran sinceros ante Dios, serían ungidos con el Espíritu Santo para convertirse y seguir las leyes divinas.

Basta leer los Evangelios, la nueva doctrina traída por Jesús, para entender que, con este liderazgo eclesiástico, se ha dejado de lado el propósito de la venida de Cristo al mundo. Así, se creó una religión rica y poderosa, que no concuerda con las enseñanzas del Maestro. Él dijo: Porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis. (S. Juan 13.15). Si aprendemos y practicamos las Escrituras, veremos en los cultos las mismas operaciones que el pueblo presenciaba en los días del Salvador en la Tierra.

La receta es obedecer los mandamientos de Dios, pero a los «sabios» se les permitió distorsionar la causa de la existencia de la obra divina. Incluso utilizaron la fuerza física y militar para «catequizar» a los perdidos, para que esta Iglesia sobreviviera. Cuando el hombre dirige la mies de Dios, deja de ser del Señor. Tenemos el ejemplo de Jesús, que nos mostró cómo actuar cuando las «oportunidades» surgen de repente. ¡Vele y ore!

Sin un motivo, los adversarios de la Iglesia nunca tendrán éxito, y ella llevará a sus perseguidores a los brazos de Cristo (Hechos 9.19-22). Cuando la Iglesia no respeta el plan trazado en el Cielo y utiliza lo que el hombre ha creado, se burla de sí misma. Dios no puede actuar donde el hombre dicta las reglas, haciendo inútil todo lo que Jesús hizo por la redención de la humanidad. Somos pueblo de Dios, llamados a ser santos y partícipes de Su Cuerpo (1 Corintios 1.2). ¡No somos una asociación del mal!

Cuando se predica la Verdad, el Espíritu Santo no dejará que los enemigos de la Iglesia se burlen de ella, sino que serán alcanzados por el amor divino, que les mostrará lo equivocados que están. El mundo no se convertirá usando fuego extraño (Números 3.4) y dañino en el altar del Señor. De hecho, quien lleve este fuego a la obra pura del Altísimo será apartado de ella (Números 26.61).

No tenemos adversarios que nos hagan la guerra físicamente, sino incrédulos que no ven el verdadero amor de Cristo en nosotros. Algunos predicadores incluso se avergüenzan de aquellos que dejan que el Señor los use para sanar a los enfermos, liberar a los oprimidos por el diablo y realizar las mismas obras que Jesús. ¿no es eso lo que el Hijo de Dios nos advirtió que haríamos? (S. Juan 14.12). ¡Créalo!

 

        

        En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Señor de la Verdad! David fue utilizado por Ti hace tres mil años, y sin embargo todavía hay quienes no siguen el modelo dejado por Tu Hijo. Seremos destruidos si no Te hacemos caso como está escrito. ¡Clamamos por misericordia, bondad y amor!

Nuestros adversarios se convertirán en amigos cuando vean a Cristo en nosotros. Por eso es nuestro deber ir haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo. Nada es comparable a Tu orden, porque cuando se la realiza, ¡la gente se alegrará con nosotros!

Que Tu amor, capaz de llevar al arrepentimiento y a la salvación, llegue a los corazones que aún no Te conocen y los lleve a amarte de verdad. Tú eres el único Maestro, por eso Te pedimos entendimiento para vivir las Escrituras. ¡Gracias, Padre!