Estoy seguro de que los siervos de Dios nunca han imaginado lo que Dios les tiene reservado. Algunos incluso se desaniman y dejan de hacer la voluntad de Dios por escuchar al diablo. No podemos perder la oportunidad de participar con el Altísimo en Su maravilloso plan para la humanidad. Nuestro deseo es gritar que, habiendo aprendido lo poco que ya ha sido revelado, ¡estamos enamorados del Señor!

Muchas personas ven la obra como si fuera algo difícil, con intolerancia. Pues bien, si es un trabajo para el Altísimo, no tenemos que murmurar ni negarnos a estar en primera línea. Los salvos no pueden ni pensar en enseñar a Aquel que es perfecto. Si eso entra en el corazón de alguien, debe reprender inmediatamente esa intención, porque viene del demonio, que intenta apartarlo de la presencia divina. ¡Entréguese al Padre y sea una bendición!

El Señor promete que Su mano, Su capacidad de realizar hazañas, será muy firme para aquellos que escuchen Su voz y Le digan sí. Así que nunca se deje llevar por nada fuera de la Palabra. Permanezca a los pies de Jesús, porque no hay otro que satisfaga como el Maestro. María se sentaba a los pies de Cristo, y Marta preparaba la comida para el que era el Pan que descendió del Cielo (S. Lucas 10.38-42). ¡Sea siempre como María!

Los que llevan a cabo la obra de Dios como Jesús enseñó nunca tropezarán. Cristo mismo dio ejemplo de cómo proceder con el Evangelio (S. Juan 13.15). En cuanto a la obra del mundo, ni siquiera deberíamos querer saber nada de ella, porque no vale nada ante el Señor (1 Juan 2.15-17). Jesús es nuestro Maestro. Si actuamos como Él, nunca nos equivocaremos, sino que obtendremos los mismos resultados que el Hijo amado de Dios. ¡Créalo y viva!

Dios quiere mantener Su mano disponible para aquellos que han sido llamados a cumplir Su voluntad. Así que no ceda nunca a las mentiras del enemigo, sino avance con fe, porque cuando necesite la mano firme del Señor, la tendrá. No escuche al diablo y a sus demonios a través de los malvados. Ame a estas personas como le gustaría ser amado, y el Señor no le dejará avergonzado. Los íntegros al servicio del Reino recibirán el mismo trato.

        A través de la profecía de Etán, Dios declara que los llamados a Su mies tendrán el brazo del Altísimo extendido a su favor en todo momento. Por difícil que sea cumplir tal misión, busque en el Señor el camino del éxito. Él nunca dejará de bendecir a quienes escuchen Su voz y cumplan Su voluntad. Por eso, ¡no abandone nunca la revelación bíblica ni su interpretación!

Fíjese en el ejemplo de Felipe, cuando fue a Samaria, donde vivía un pueblo mixto de judíos y otras naciones, que eran discriminados por los israelitas. A este discípulo no le importaron las disputas que ya existían entre estos dos pueblos. Solo predicaba el mensaje de Cristo, y todos prestaban atención a su predicación, porque veían los milagros y oían hablar de ellos: paralíticos fueron curados y los demonios fueron echados fuera. El resultado fue una gran alegría en la ciudad (Hechos 8.5-8). ¡Es el Señor quien capacita, fortalece y envía a Sus siervos!

        En Cristo, con amor,

        R. R. Soares