NO PONGA EXCUSAS

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2025-05-28 03:00:00
A los demás yo digo, no el Señor, que si algún hermano tiene una mujer que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.
1 Corintios 7.12
Las personas que no aman a Dios no buscan conocer Su voluntad ni Sus mandamientos. Por eso, cuando son tentados, ceden a las ofertas del diablo. Queremos ser firmes en nuestra fe y estar dispuestos a hacer el bien a todos, incluso a los perdidos. Que aprendamos del Señor para que podamos disfrutar de lo mejor que Él nos tiene preparado. Somos de Dios, ¡y eso lo es todo!
En la serie de mensajes sobre el capítulo 7 de la primera carta de Pablo a los Corintios, aprendimos que el Señor valora el matrimonio y su preservación. Desafortunadamente, el diablo ha logrado llevar a muchos a pedir el divorcio, algo que el Padre celestial rechaza, como dice la Palabra: Porque dice Jehová, Dios de Israel, que él aborrece el repudio y al que mancha de maldad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu y no seáis desleales. (Malaquías 2.16).
En el Antiguo Testamento, el repudio solo podía solicitarse por el siguiente motivo: Cuando alguien toma una mujer y se casa con ella, si no le agrada por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, se la entregará en la mano y la despedirá de su casa. (Deuteronomio 24.1). Hay cristianos que, por la razón que sea, contratan al mejor abogado para conseguir la separación. Recuerde: la ley nunca la hacen los que temen al Altísimo.
Tomemos el ejemplo de un ciudadano que ya no vivía bien con su mujer. Un día, se convirtió a Jesús, y las peleas se intensificaron en su casa a causa de su nueva fe. Así que no esperó y pidió el divorcio, considerando que, como nueva criatura, su mujer ya no lo aceptaría. Hubiera sido mejor que orara para que su pareja también aceptara a Cristo como Salvador y Señor; después de todo, la promesa es para él y toda su casa. Cuando se entregó a Cristo, el manto de la salvación cayó también sobre su familia (Hechos 16.31). ¡Esperar en Dios es lo correcto!
Ahora bien, si una mujer es incrédula, pero consiente en vivir con su marido, nunca debe pedir el repudio. Imagínese a una mujer que soporta el mal humor de su cónyuge que no conoce a Jesús por un tiempo. Cuando se salva y se convierte en la mejor esposa, no peca e incluso lleva a su marido a la salvación, y esa vida vale más que todo el oro del mundo. Confíe en el Señor, pues Él guiará sus pasos.
Otro ejemplo: una mujer divorciada que se casa con otro hombre, que luego la repudia, le da una carta de divorcio y muere, no puede volver con su primer marido: No podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, después que fue envilecida, pues sería algo abominable delante de Jehová, y tú no debes pervertir la tierra que Jehová, tu Dios, te da como heredad. (Deuteronomio 24.4).
¿Cuál es la intención del Señor al decir esto? Solo podemos suponer que es por la santidad y la felicidad de la pareja. Dios puede cambiar cualquier situación, haciendo del matrimonio una verdadera bendición. Nunca permita que su cónyuge sufra por razones carnales. Aférrese a esta promesa: Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré. (S. Juan 14.14). ¡Crea, ore y viva!
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Señor de nuestra felicidad! Es bueno tener y guardar Tus mandamientos, demostrando que Te amamos y Te obedecemos. Entonces nuestra vida matrimonial será una gran bendición, porque hacemos lo que Te agrada. Con eso, ¡nunca nos alcanzará ninguna plaga!
¿Quién puede alterar o explicar Tu Palabra si no camina en Tu santo camino? Lo más que podemos hacer es estar de acuerdo con Tu revelación, porque Tu sabiduría es perfecta. Cuando nos enseñas, ¡somos bendecidos!
Es maravilloso cuando nos das una misión y la cumplimos. Queremos conocerte y agradarte, vivir al más alto nivel. ¡Te damos gracias por considerarnos Tus discípulos!