ORDEN DIVINA

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2025-05-26 03:00:00
A los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe del marido.
1 Corintios 7.10
El tema de la separación conyugal es tan amplio que el Señor instruye a la esposa que no se separe de su marido. Lo mismo se aplica al hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, de quien el Señor formó a la mujer. El Altísimo sabe mejor que nadie hasta qué punto los seres humanos dependen unos de otros (Génesis 2.18-25). Cuando la esposa se separa de su marido, o viceversa, todos los que le rodean sufren, y las reacciones y consecuencias son desastrosas.
Hemos visto casos en los que un hombre se vuelve violento porque su mujer se niega a permanecer a su lado. Las mujeres tienen la capacidad de crispar los nervios de los hombres, a diferencia de cuando es el hombre quien pone fin al matrimonio. Por muy frustrada y triste que se sienta, es poco probable que recurra a la violencia.
Fijémonos de nuevo en la orden del Todopoderoso, el Ser omnisciente. Él sabe lo que puede ocurrir cuando un matrimonio se rompe bruscamente, sobre todo si es por motivos inútiles. No todo el mundo consigue ser manso y sumiso como Moisés: Moisés era un hombre muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. (Números 12.3). Ser manso significa inclinarse ante la soberanía del Altísimo. Sin embargo, cuando Moisés vio que un egipcio golpeaba a un israelita, intentó defenderlo y mató al agresor (Éxodo 2.11-12). Dios dice: Deja la ira y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo (Salmo 37.8). Con esto no estoy defendiendo el machismo, solo hablo de lo que nos enseña el Creador. En criminología, nos enseñan que los hombres tienen virilidad, lo que no significa potencia sexual, sino el instinto de pasar al ataque cuando se les desafía. Sin embargo, si muchos actúan de forma insensata, pueden arrepentirse y llorar. A veces su reacción racional llega demasiado tarde, porque no pueden resistir una provocación.
A menudo, cuando ocurre una tragedia o un abandono, se descubre que uno de los cónyuges exigió algo a cambio de intimidad. Una vez le dije a una mujer que perdería a su marido porque estuvo más de un mes en «huelga» para que él le diera algo que ella quería. Y sucedió la separación. Tiempo después, ella lamentó haber sido cambiada por otra mujer.
Olvidemos cualquier pensamiento humano, porque lo que importa es vivir bien ante Dios y obedecer Su voluntad. El Señor ordenó que la mujer no se separara del marido, y viceversa, pues Él aborrece el divorcio: Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque dice Jehová, Dios de Israel, que él aborrece el repudio y al que mancha de maldad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu y no seáis desleales. (Malaquías 2.15b-16).
Para los matrimonios que están enfermos y tambaleantes, les recuerdo que, así como el poder de Dios sana el cuerpo enfermo y libera al oprimido, también sana los corazones heridos, resolviendo cualquier problema matrimonial.
En Cristo,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios del marido y la mujer! Tú creaste el sistema matrimonial, cuando satisfacemos nuestras necesidades sin pecar. Pero muchos hacen la vista gorda a Tus prohibiciones y luego, cuando ven que la situación se les va de las manos, ¡toman decisiones carnales sin Tu permiso!
Debemos someternos a Ti incluso en la adversidad. Los oprimidos verán que Tu amor los rodea, dándoles el poder de cambiar cualquier desviación en el comportamiento, como el error de no consultarte o no obedecerte. ¡Tu orden debe ser obedecido en su totalidad!
Se equivocan los que se consideran correctos, aunque actúen en contra de Tu mandamiento. No podemos tomar decisiones equivocadas cuando ya sabemos lo que Tú dices. Tu Palabra es el arma más poderosa para el hombre. Después de todo, ¡creó todo de la nada!