ÓRDENES DEL TRONO

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2025-06-08 03:00:00

Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: «Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos. Aprendedlos y guardadlos, para ponerlos por obra.


Deuteronomio 5.1

Hace 3.500 años, Moisés fue utilizado por Dios para conducir a los hebreos, un pueblo de más de 3 millones de personas, fuera de Egipto hasta Canaán, la Tierra de la Promesa de los patriarcas (Génesis 12.1-9). Había que enseñarle a este pueblo a convertirse en una gran nación. La peregrinación tardó 40 años por el lugar más peligroso de la época, el desierto (Deuteronomio 2.7). Ellos lo siguieron y llegaron al límite de la tierra que poseerían.

Entonces Moisés copió los mandamientos, ordenanzas y estatutos sobre los más variados temas que debían respetar y los juicios establecidos por Dios, para que los utilizaran en la Tierra de la Promesa. Debían hacerlo todo en el territorio donde se les colocara. Hasta aquellos días, la muerte actuaba como si fuera la dueña del mundo. Con la Ley, el Altísimo creó una salida para liberar a los Suyos de la opresión.  

Cumpliendo estas ordenanzas, demostrarían que temían al Señor y respetaban Sus palabras. La orden era que las parejas y sus hijos procedieran cada día como se les había dicho. Si cumplían, tendrían éxito. La Ley de Moisés no era ideal, pero como el Mesías aún no había venido a vencer las tinieblas de este mundo, la Ley era la mejor y daría vida a quienes la practicaran.

A través de los ojos naturales, lo que Dios hizo parecía una locura, porque no había manera de que los israelitas pudieran triunfar sobre las dificultades del desierto y los muchos adversarios fortificados a lo largo del camino. Sin embargo, como caminaban según los preceptos del Señor, ningún enemigo podía destruirlos. La Ley mosaica era un símbolo de la ley perfecta de la libertad, el Evangelio, vigente desde la resurrección de Jesús (Hebreos 10.1; Santiago 1.25). La Buena Nueva de Cristo debe predicarse en todas partes. Sin Él, la gente está atrapada en las manos del diablo.

Cuando proclamamos la Buena Nueva a los perdidos, se produce un levantamiento para impedir que los evangelizados conozcan el mensaje redentor de la cruz. Como resultado, según las autoridades, estas personas permanecerán bajo su dominio. El Faraón pensaba así y creía que el envío de Moisés por parte de Dios era una locura. Sin embargo, con el poder de lo Alto, las plagas cayeron sobre los egipcios, que no respetaban al Altísimo, y se desesperaron (lea Éxodo, capítulos 1 a 15). ¡Dios escucha la oración de los justos!  

Los herederos de la promesa fueron esclavizados por aquella nación. En total fueron 430 años de opresión desde la entrada de Abraham en aquel país. La iniciativa perfecta vino del Señor. Hoy en día, hay personas que viven bajo el manto del enemigo, atrapadas en pecados sin fin, pero Jesús pagó el precio de la liberación de los oprimidos, la cura de las enfermedades y la salvación eterna para todos.

Desde la resurrección del Mesías, el mundo ha escuchado el dulce mensaje de la salvación, y el enemigo no quiere que este anuncio llegue hasta lo último de la tierra. Sin embargo, les guste o no, la gente oirá lo que Cristo ha hecho por ellos y, creyendo, serán liberados del mal.

 

        En Cristo, con amor,

 

        R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Señor, Maestro nuestro! El mensaje revelado a través de Moisés ya fue dicho a los perdidos: si creen, serán salvados, liberados y sanados. No se le impedirá circular por todas partes, después de todo, ¡es la Palabra que creó el mundo!

Canaán era la Tierra Prometida para los israelitas, pero nosotros tenemos que llegar a comprender quién eres Tú y lo que somos en Ti. Ya no habrá oportunidad para que el maligno nos aprisione. ¡Quien es salvado por Cristo es libre!        

Tenemos el poder de cumplir Tu Palabra. Con ella, lucharemos para poseer lo que nos has prometido. Nuestra victoria es más que segura, porque Jesús derramó Su sangre en nuestro favor. ¡En Ti somos más que vencedores!